He estado en Taroda y siempre me ha tocado ir en invierno. Lo que más tengo presente es el regreso de los animales que echaban al prado para que pastaran. Al atardecer venían, vacas y mulas juntas y cada una se iba a su casa. De la otra cosa que me acuerdo es que hacía un frio que pelaba. Estábamos en la cocina calentitos y nada más abrir la puerta del pasillo te quedabas heladico de frío. Y no veas cuando te metías en la cama...Creo que meterse en el frigorífico a dormir, no es nada comparado con aquello. Y se comprende puesto que la parte de arriba está sobre los dos grados y en Taroda algunas noches que pasé con mis familieaes, se helaban las orinas en el orinal de debajo de la cama. Otra cosa muy diferente era la comida habitual de torreznos, chorizos y otras especialidades culinarias que te daban las calorias necesarias para guantar aquellos inviernos. Un saludo cariñoso para los pocos vecinos que quedan.
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