Ay Carmen ¡
Los veranos de los 60 en Blacos eran casi siempre una sucesión de trámites que se vestían de novedades y que provocaban un ambiente de excitación para los que pasaban todo el año allí. Y en ese tránsito de idea y vuelta, en mi memoria se ha mantenido siempre la llegada de Carmen y Protasio a la casa del rincón, en la que todavía vivía la abuela Bernardina. Al principio solo eran cuatro los que llegaba, Carmen, Tasio, Raúl y Ricardo. Años después casi tenían que alquilar el autobús
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Precioso y emotivo, los recuerdos que tú guardas Alejandro, de nuestra madre.
Me consta, que en la misma medida, si no más, que ella lleno de luz y alegría ese entrañable
rincón de la
Plaza, encontró cobijo, cariño y amor en cada
puerta de ese bendito lugar que para ella fue Blancos.
Muchas gracias Alejandro por quererla así y un beso muy fuerte, para todos, de parte esta agradecida
familia.