El
castillo-fortaleza ha resistido mil batallas contra el tiempo, y sigue navegando a
cielo abierto, esperando el enganche solidario que no rescate de la incuria y el abandono. A ver con qué temple los nuevos templarios de la cultura, le devuelven la lozanía y utilidad turísca, sacandolo de su ensimismamiento andrajoso, mientra mirada con los ojos fijos al Cañón del
Rio Lobos.