Estimada Antonina:
Hola soy José Manuel (más referencias en foto 12). Efectivamente recuerdo haber subido de niño a la cueva del moro. No sé si en alguna de esas subidas de las que hablas o en otras. Te faltó hablar del “magre” o “magro” o “aquella suerte de material poroso y marrón y de escasa consistencia que se quedaba pegado a la lengua”, y que se suponía era el premio por haber subido hasta allí. Supongo que a estas alturas toda la cueva estará rasgada y ya no quedará nada. Lo más probable es que toda la cueva esté tapizada de nombres y promesas de amor unas sobre otras.
Lo que siempre fue un misterio para todos es el nombre: nunca supimos porque se llama “Cueva del Moro”.
Efectivamente, la fotografía es muy bonita.
Saludos desde el DF
José Manuel.
Hola soy José Manuel (más referencias en foto 12). Efectivamente recuerdo haber subido de niño a la cueva del moro. No sé si en alguna de esas subidas de las que hablas o en otras. Te faltó hablar del “magre” o “magro” o “aquella suerte de material poroso y marrón y de escasa consistencia que se quedaba pegado a la lengua”, y que se suponía era el premio por haber subido hasta allí. Supongo que a estas alturas toda la cueva estará rasgada y ya no quedará nada. Lo más probable es que toda la cueva esté tapizada de nombres y promesas de amor unas sobre otras.
Lo que siempre fue un misterio para todos es el nombre: nunca supimos porque se llama “Cueva del Moro”.
Efectivamente, la fotografía es muy bonita.
Saludos desde el DF
José Manuel.