Me regaló la mejor composición hecha para romper el silencio. Inmensos trinos que dejan al aire sin aire y convierten mi boca en tierra estéril de palabras.
Inexplicablemente tomó mi mudez, y luego se marchó indiferente, doblando la primera
esquina y sentenciando en mí la nostalgia de saberlo lejano, cantando quizá frente a otra
ventana, que tal vez no sepa apreciar su melodioso canto batiendo el aire.