Tiene hoy la tarde, una vacía soledad,
un
camino de voz silenciosa
que lleva a un tiempo de besos contados,
de
juegos con pelota y tiza,
y de horas sin cuentos, pero con historias.
Sin monstruos bajo la cama,
mas con fantasmas sobre el
cementerio.
Cuántas risas y qué pocos lloros.
Las viejas
casas no eran
ruinas...
solo escondites, cuchicheos y sueños.
Palabras que hablaban de futuro,
y hacían recuerdos, sin saberlo.
(El pasado... ese
reloj de arena que un día dejamos de girar).