¡Hola a todos!
Acabo de publicar mi primer libro "Recuerdos que danzan en mi memoria" Editado por Casa Eolo. Este es el enlace:
http://community. casaeolo. com/eoloshop/product. php? id_product=466
También podéis acceder directamente desde un artículo de mi blog: www. valdenarros. hazblog. com (encontraréis poemas y relatos breves)
Se trata de una recopilación de los recuerdos que mi memoria ha mantenido intactos a pesar del paso del tiempo. Los que no están, supongo que seguirán existiendo, pero escondidos en algún rincón que quizá un día encuentre, o no. Quitando los dos primeros que se produjeron cuando contaba con dos y tres años, el resto tuvieron como escenario Madrid y Valdenarros (Soria) –mi pueblo, por herencia y sentimiento–.
“Al lado de la puerta de acceso a la cuadra, estaba la “cantarera” y en una esquina de ésta colocaban los botes de leche condensada, los cuales visitaba a escondidas para saborear su contenido, pues solo nos dejaban tomarla en el desayuno o en la merienda encima de una rebanada de pan. – ¡Menos mal que me dio por la leche y no por el licor!–. No es ninguna tontería porque la frase de “no hay que dar alcohol a los niños”, no debían conocerla en mi pueblo, pues cuando no eran las “peras al vino” que se hacían de postre, era las “palomitas” (agua y anís) en las celebraciones, y de vez en cuando, si teníamos dolor de muelas, coñac. Solo había que mantenerlo en la boca, pero estoy segura que algo iba para dentro”.
“Un día de invierno –primer recuerdo del pueblo grabado en mi memoria–, estaba sentada al lado de la lumbre en una banqueta bajita balanceándome hacia delante y hacia atrás, y mi abuelo diciendo: “estate quieta, que te vas a caer”. Yo como era bastante desobediente, no le hice caso, así que de pronto perdí el equilibrio, y me caí de bruces en las ascuas – ¡menos mal que puse las manos! y no llegó la cara, porque solo me faltaba eso–. Se desató el caos. Yo llorando, mi abuelo repitiendo, “ya se lo dije, pero como es una cabezota”, mi madre histérica, y mi tía con más temple poniéndome una pomada y una especie de plástico transparente antes de colocar la venda. ¡Como si nada!, lejos de escarmentar, seguí con mis balanceos cada vez que me sentaba en esos taburetes enanos.”
Espero vuestra visita. Un saludo.
Acabo de publicar mi primer libro "Recuerdos que danzan en mi memoria" Editado por Casa Eolo. Este es el enlace:
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También podéis acceder directamente desde un artículo de mi blog: www. valdenarros. hazblog. com (encontraréis poemas y relatos breves)
Se trata de una recopilación de los recuerdos que mi memoria ha mantenido intactos a pesar del paso del tiempo. Los que no están, supongo que seguirán existiendo, pero escondidos en algún rincón que quizá un día encuentre, o no. Quitando los dos primeros que se produjeron cuando contaba con dos y tres años, el resto tuvieron como escenario Madrid y Valdenarros (Soria) –mi pueblo, por herencia y sentimiento–.
“Al lado de la puerta de acceso a la cuadra, estaba la “cantarera” y en una esquina de ésta colocaban los botes de leche condensada, los cuales visitaba a escondidas para saborear su contenido, pues solo nos dejaban tomarla en el desayuno o en la merienda encima de una rebanada de pan. – ¡Menos mal que me dio por la leche y no por el licor!–. No es ninguna tontería porque la frase de “no hay que dar alcohol a los niños”, no debían conocerla en mi pueblo, pues cuando no eran las “peras al vino” que se hacían de postre, era las “palomitas” (agua y anís) en las celebraciones, y de vez en cuando, si teníamos dolor de muelas, coñac. Solo había que mantenerlo en la boca, pero estoy segura que algo iba para dentro”.
“Un día de invierno –primer recuerdo del pueblo grabado en mi memoria–, estaba sentada al lado de la lumbre en una banqueta bajita balanceándome hacia delante y hacia atrás, y mi abuelo diciendo: “estate quieta, que te vas a caer”. Yo como era bastante desobediente, no le hice caso, así que de pronto perdí el equilibrio, y me caí de bruces en las ascuas – ¡menos mal que puse las manos! y no llegó la cara, porque solo me faltaba eso–. Se desató el caos. Yo llorando, mi abuelo repitiendo, “ya se lo dije, pero como es una cabezota”, mi madre histérica, y mi tía con más temple poniéndome una pomada y una especie de plástico transparente antes de colocar la venda. ¡Como si nada!, lejos de escarmentar, seguí con mis balanceos cada vez que me sentaba en esos taburetes enanos.”
Espero vuestra visita. Un saludo.