Fui dejando atrás caminos de palabras
que algunos pisaban sin querer,
y la mayoría queriendo.
Vilipendiadas, desdeñadas, golpeadas y machacadas.
De esta hecatombe, solo se salvaron
las que estaban afónicas, las que fueron sigilosas, discretas,
prudentes e incluso alguna reservada.
Me alejaba yo de este cementerio,
furiosamente dolida,
acaloradamente incomprendida,
extrañamente herida;
sin querer decir más palabras,
sintiendo cierta aridez en los bordes de mis labios
y un amargor en lo más profundo de mi boca.
Esperan las palabras nacer, al pie de mi garganta.
Hijas que quieren gritar y yo no las dejo.
Ya no habrá más matanzas. No las quiero.
Callaron los ignorantes mis palabras.
Se ha levantado viento
y se lleva los deshechos muertos;
y yo, sin nadie que me espere,
voy dejando atrás caminos de silencios.
que algunos pisaban sin querer,
y la mayoría queriendo.
Vilipendiadas, desdeñadas, golpeadas y machacadas.
De esta hecatombe, solo se salvaron
las que estaban afónicas, las que fueron sigilosas, discretas,
prudentes e incluso alguna reservada.
Me alejaba yo de este cementerio,
furiosamente dolida,
acaloradamente incomprendida,
extrañamente herida;
sin querer decir más palabras,
sintiendo cierta aridez en los bordes de mis labios
y un amargor en lo más profundo de mi boca.
Esperan las palabras nacer, al pie de mi garganta.
Hijas que quieren gritar y yo no las dejo.
Ya no habrá más matanzas. No las quiero.
Callaron los ignorantes mis palabras.
Se ha levantado viento
y se lleva los deshechos muertos;
y yo, sin nadie que me espere,
voy dejando atrás caminos de silencios.