Resulta curioso que en muchos pueblos rurales, además de la calle que dedican a su Iglesia, conservan otra recordando a la “FRAGUA”, generalmente donde estuvo un edificio o local, que aunque no fuera arquitectónicamente agraciado, era también muy apreciado por la ciudadanía.
Se debe a que en dicha fragua trabajaba el “herrero”, un singular artista que forjaba el hierro que recibía sin labrar, efectuando toda clase de trabajos, principalmente relacionados...