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ESTABLECIMIENTOS SINGULARES, LA FRAGUA:
Resulta curioso que en muchos pueblos rurales, además de la calle que dedican a su Iglesia, conservan otra recordando a la “FRAGUA”, generalmente donde estuvo un edificio o local, que aunque no fuera arquitectónicamente agraciado, era también muy apreciado por la ciudadanía.
Se debe a que en dicha fragua trabajaba el “herrero”, un singular artista que forjaba el hierro que recibía sin labrar, efectuando toda clase de trabajos, principalmente relacionados con la agricultura en sus distintas facetas; también hacía puertas, rejas y/o ventanas; arreglaba juguetes de la época, además de otro sinfín de utensilios usados en la vida cotidiana del mundo agrario. Además también asumía las funciones propias de cerrajero, teniendo que hacer cerraduras, llaves, bisagras y pequeños herrajes, amén de otros trabajos para los que era requerido. En definitiva era el artista del pueblo, y su taller solía ser punto de reunión de los vecinos, ya que eran habitualmente personas muy amables.
Para hacer su trabajo se tenía que rodear de elementos y curiosas herramientas típicas del oficio, todo hoy normalmente anticuado pero indispensable en su época para realizar bien las tareas, los que por su singularidad, belleza e historia, merecerían ser conservados para generaciones venideras.
Con la evolución de la tecnología, este oficio está en desuso, al suplir sus funciones los cerrajeros, mecánicos, carpinteros, etc., por lo cual los más jóvenes desconocen como era la fragua, sus herramientas y como se trabajaba, por lo cual con muy buen criterio, en algunos pueblos, como en VENTOSA DE FUENTEPINILLA, han rehabilitado el edificio y creado un “museo”, donde se exponen herramientas y demás artilugios de este emblemático taller.
Mi enhorabuena por la idea, pues en la mayoría de los pueblos, como sucede en El Bronco, todo lo relacionado con la “fragua" ha desaparecido sin provecho alguno, sólo nos queda el nombre de la calle donde estuvo ubicada.
Saludos cordiales, Sixto Rivas
EL BRONCO
Resulta curioso que en muchos pueblos rurales, además de la calle que dedican a su Iglesia, conservan otra recordando a la “FRAGUA”, generalmente donde estuvo un edificio o local, que aunque no fuera arquitectónicamente agraciado, era también muy apreciado por la ciudadanía.
Se debe a que en dicha fragua trabajaba el “herrero”, un singular artista que forjaba el hierro que recibía sin labrar, efectuando toda clase de trabajos, principalmente relacionados con la agricultura en sus distintas facetas; también hacía puertas, rejas y/o ventanas; arreglaba juguetes de la época, además de otro sinfín de utensilios usados en la vida cotidiana del mundo agrario. Además también asumía las funciones propias de cerrajero, teniendo que hacer cerraduras, llaves, bisagras y pequeños herrajes, amén de otros trabajos para los que era requerido. En definitiva era el artista del pueblo, y su taller solía ser punto de reunión de los vecinos, ya que eran habitualmente personas muy amables.
Para hacer su trabajo se tenía que rodear de elementos y curiosas herramientas típicas del oficio, todo hoy normalmente anticuado pero indispensable en su época para realizar bien las tareas, los que por su singularidad, belleza e historia, merecerían ser conservados para generaciones venideras.
Con la evolución de la tecnología, este oficio está en desuso, al suplir sus funciones los cerrajeros, mecánicos, carpinteros, etc., por lo cual los más jóvenes desconocen como era la fragua, sus herramientas y como se trabajaba, por lo cual con muy buen criterio, en algunos pueblos, como en VENTOSA DE FUENTEPINILLA, han rehabilitado el edificio y creado un “museo”, donde se exponen herramientas y demás artilugios de este emblemático taller.
Mi enhorabuena por la idea, pues en la mayoría de los pueblos, como sucede en El Bronco, todo lo relacionado con la “fragua" ha desaparecido sin provecho alguno, sólo nos queda el nombre de la calle donde estuvo ubicada.
Saludos cordiales, Sixto Rivas
EL BRONCO