En esta vista panorámica desde Las Parrillas, se divisa al fondo: "El Enebro" árbol centenario de esa especie, (medio verde y medio seco, tal vez herido por un rayo), que curiosa y excepcionalmente emerge en solitario sustentando se sobre una gran roca agrietada que corona la colina; contra todo pronóstico sobrevive a las cuatro estaciones en condiciones extremas y austeras de temperatura humedad y nutrientes.
De alguna manera, El Enebro es considerado como un icono del pueblo de Vida y guardián, con saludo y despedida, de las idas y venidas de sus habitantes por la carretera que discurre bajo su singular e inconfundible silueta.
En honor a otro singular árbol soriano (un viejo olmo en aquel caso), tiempo ha ya, loado e inmortalizado por Machado; inspirado por él... Me atrevo a equiparar e intercalar aquí y en este otro árbol, también soriano, sus doctos y hermosos versos:
Al Enebro viejo, hendido por el rayo
Y en su mitad podrido,
Con las lluvias de abril y el sol de mayo,
Algunas ramas verdes la han salido.
¡El enebro centenario en la colina
Que lame el tiempo! Un musgo amarillento
Le mancha la corteza blanquecina
Al tronco carcomido y polvoriento.
No será cual los álamos cantores
Que guardan el camino y la ribera,
Habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
Va trepando por él, y en sus entrañas
Urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, enebro de mi pueblo,
Con su hacha el leñador, y el carpintero
Te convierta en melena de campana,
Lanza de carro o yugo de carreta:
Antes que rojo en el hogar, mañana,
Ardas de alguna mísera caseta,
Al borde de un camino;
Antes que te descuaje un torbellino
Y tronche el soplo de las sierras blancas;
Antes que el río hasta la mar te empuje
Por valles y barrancas,
Enebro, quiero anotar en mi cartera
La gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
También, hacia la luz y hacia la vida,
Otro milagro de la primavera.
José Luis Aliagas.
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De alguna manera, El Enebro es considerado como un icono del pueblo de Vida y guardián, con saludo y despedida, de las idas y venidas de sus habitantes por la carretera que discurre bajo su singular e inconfundible silueta.
En honor a otro singular árbol soriano (un viejo olmo en aquel caso), tiempo ha ya, loado e inmortalizado por Machado; inspirado por él... Me atrevo a equiparar e intercalar aquí y en este otro árbol, también soriano, sus doctos y hermosos versos:
Al Enebro viejo, hendido por el rayo
Y en su mitad podrido,
Con las lluvias de abril y el sol de mayo,
Algunas ramas verdes la han salido.
¡El enebro centenario en la colina
Que lame el tiempo! Un musgo amarillento
Le mancha la corteza blanquecina
Al tronco carcomido y polvoriento.
No será cual los álamos cantores
Que guardan el camino y la ribera,
Habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
Va trepando por él, y en sus entrañas
Urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, enebro de mi pueblo,
Con su hacha el leñador, y el carpintero
Te convierta en melena de campana,
Lanza de carro o yugo de carreta:
Antes que rojo en el hogar, mañana,
Ardas de alguna mísera caseta,
Al borde de un camino;
Antes que te descuaje un torbellino
Y tronche el soplo de las sierras blancas;
Antes que el río hasta la mar te empuje
Por valles y barrancas,
Enebro, quiero anotar en mi cartera
La gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
También, hacia la luz y hacia la vida,
Otro milagro de la primavera.
José Luis Aliagas.
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