Recuerdo con emoción esta vista del pueblo, que se dejaba ver tras la revuelta Santa Ana. Pues era especialmente alegre cuando llegabas de veraneo y algo más triste cuando te ibas y echabas la mirada atrás desde el coche. Para un niño no hay vacaciones comparables a las de un pueblo. ¡Qué tiempos aquéllos!.
Elena.