Don Heriberto, el cura entrañable
amigo de todos, el que nos llevó a Villagomez la Nueva (en tierra de
campos) a jugar un partido de
futbol a los chavales sobre el año cincuenta y tantos.
Un día lejano, pero inolvidable. Una persona ilusionada por armonizar la vida de un
pueblo, en el que la buena cantera de personas de
Adalia convivimos los mejores años de nuestra
juventud.
El humo del cigarro de paquito, parece una premonición de la enfermedad de la que moriria años más tarde.