ADALIA: MÁS ALLÁ DE LA HERIDA, (de Miguel Hernández)...

MÁS ALLÁ DE LA HERIDA, (de Miguel Hernández)

“Llegó con tres heridas; la del amor, la de la muerte, la de la vida…” Quizá con este breve poema, Miguel Hernández nos resume su calvario, nos abre la puerta y, nos invita a probar la hiel humana. Ahora que se ha puesto de moda la “Memoria Histórica”. Pues no hay más que leerle y desenterrar los horrores de la guerra civil –que no sé por qué la llamaron civil – a un holocausto, desencadenado entre hermanos, en una supuesta civilización del siglo veinte.
Ya digo, sus poemas dan una visión casi cinematográfica, rodada por Luís García Berlanga, el que también se nos fue. Rayos y centellas de una España negra, a la que pertenecemos todos, queramos o no. El fue la víctima, y como el muchos más que quedaron en las cunetas. Lo contó como un poeta sencillo, esa barbarie… caído entre muertos y heridos, bajo un cielo que lloraba lágrimas de sangre. “Ando sobre rastrojos de difuntos…” (Como dice en la “Elegía” a Ramón Sijé). Cada poema es un grito de horror, como en “El tren de los heridos” o “Sentado sobre los muertos” o “El carnívoro cuchillo” o “Rosario, la dinamitera” o “Volar” o “nana de la cebolla” Etc…
Su obra poética es un patrimonio muy valioso, pero a la vez, una eterna denuncia a la conciencia humana, que se repite de vez en cuando en todas partes.
Hoy estoy releyendo su obra, porque preparo un especial para la radio de “Aquí el Mundo” y, me encantará recitarle. Intentar con música y palabra la magia de “desamordazarle y regresarle” -para un autodidacta como yo, es mucho-. (Los poemas que le escribo, me los reservo para que vean la luz algún día en un libro).
Pero volviendo a Miguel Hernández, es de justicia que ahora que se ha cumplido el centenario de su nacimiento, le revivamos entre todos y, a los que nos puedan suceder, para contar bien y real, lo que ocurrió en España.
Un hombre, al que un juicio sumarísimo le condenó a la libertad negra, siendo una gran persona. Pudo morir fusilado, como su amigo García Lorca, y murió con mucha dignidad, pudiéndose salvar denunciándose a si mismo. Miguel nos afrenta a todos, afrenta a la conciencia humana, a los que lo ejecutaban y, a los que lo consentían, incluso a la conciencia eclesial que tuvo miedo y, también le arrojo al infierno por su eterno oscurantismo. ¡Que dolor! El pecado de omisión que muchas veces es mucho peor. Porque hay que excarcelarle de esa prisión mortal, para la memoria y la justicia divina. Un hombre tan puro y tan generoso, no puede quedar sólo en lo que se pudo evitar, en lo surrealista, en ¡hay que horror…!
Sus sonetos llegaron a un lirismo que transcienden más allá del amor a una mujer, en fin, los poetas nos enamoramos a veces de los efluvios que nos trae el perfume del viento y, nos matan unos ojos tristes… “Por tu pie, la blancura más bailable, donde cesa en diez partes tu hermosura, una paloma sube a tu cintura, baja a la tierra en un nardo interminable…” Etc.
Morir, empezando a vivir, a los 31 años, y al que no pudieron cerrar los ojos, según dicen. Si el escribió “El hombre acecha” habrá que seguir vigilando, por si acaso, más allá de su herida.

Jacinto Herreras Martín