ADALIA: MEMORIA SENTIMENTAL, (DE LOS RANEROS)...

MEMORIA SENTIMENTAL, (DE LOS RANEROS)

ADALIA EN EL RECUERDO

Recordando los años cincuenta, por aquellas tierras de labranza, con tantas familias numerosas, sería como poder hacer una película en el cuarto oscuro de nuestro pensamiento.
Pero ahora quiero ir recordando los matrimonios, a todos los que componíamos el pueblo, recordarles es volver a vivir. Entrañables vecinos de ADALIA de aquellos tiempos lejanos… Yo creo que muchos descendientes y familiares, cuando lo lean lo irán recomponiendo también. (Como yo que he tenido que recurrir a mi Hermano Valérico y, a Paco Bayón Laguna para poder caminar imaginativamente por nuestra niñez, nombrándoles de nuevo). Les invito a este recorrido mental por las calles y las casas del Adalia de entonces. Recordar primero los Sacerdotes: Don Heraclio, Luis Pelayo, Don Isidro, Don Justo, Don Heriberto etc... y, empezando en la carretera desde nuestra casa, de Jacinto y Catalina la del Señor Antonio Gallego y Felisa, Bernardino y María, Luis y Valeriana, Mauricio y Sagrario, Antonio Martínez e Isabel, Don Ricardo y Juana, Jacoba, Gaudencia, María y Jesús, Ulpiano y Teresa, Eleuterio y Eulalia, Máximo y angelita, Melchor y Cristeta, Arsenio y Sergia, Prudencio y Reimunda, Cipriano y Simona, Jerónimo y Pepita, Jerómito y Presbítera, Melquíades y Anuncia, Martín y María, Ponciano y Perpetua, Vicente y Baudilio, Amando y Natalia, Aurelia, Andrés Sobradillo y María, Julián y Chón, Tertuliano, Arsenio y Eusebia, e Eutilia, Aquilino e Isidora, Vidal y Guadalupe, Salustiano y, su hija Alejandra, María, Concesa y Lili, Eudaldo y María Felipa, Porfirio y Cándida, Ildefonso, Francisco y Farruca, Bernardino y Ludivina, Mariano y Julita, Mauro y Milagros, Graciano y Regina, Alejandra y la hija Isabel, Doroteo y Daniela, Siro y Vitoriana, Don Paco y Carmucha, Francisco y Pili, Francisca, Agustín e Higinia, Anastasio y Almudena, Mario y Demetria, Eutimio y Aúrea, Nemesio y Nazaría, Meinardo y Gregoria, Fortuoso, Sotero y Agustina, Pio y Carmen, Ángel y Manuela, Cecilio y Castora, Andrés y su madre Leona, Marino y Paula, Modesta, José y Agustina, Fausto, Vicenta y Teodora, y, Mauro y Milagros, Teófilo y Felisa.

Casi todos ellos han desaparecido, el único interés es recodar. Ya digo, una memoria sentimental, como un vago pensamiento en el que un día fue real. Viéndole ahora con muy pocos vecinos y, algunas casas en ruinas del pequeño pueblo que nos vio nacer.