MÁS ALLÁ DE LA LIBERTAD
(Regala tus palabras. Amnistía Internacional)
No es fácil ser libre. La auténtica libertad no la vive quien quiere si no quien puede, si distinguimos bien las condiciones de cautividad, en esta sociedad que nos toca vivir de normas y esclavitudes un tanto surrealistas. Servilismos y leyes que a veces impiden respirar bien y, ejercer los anhelos humanos, tantas veces soñados.
El complicado engranaje de caminar por esta vida, nos hace arrastrar los pies atollados por un pegajoso barro consumista, yendo a trompicones llenos de aparatos ortopédicos hacia ningún sitio. Sólo nos queda el espíritu soñador que te haga volar alto -como lo hacia Miguel Hernández en su prisión – Para que sean los poetas los que tengan la última palabra…Quizá vivamos atados a un sistema que hasta el olor de las flores ha sido robado y, tengamos que comprarlo en un frasco impregnado de sonrisas y falsas promesas de felicidad.
Las injusticias, los dramas, las delincuencia etc… son distintos aspectos de una misma cuestión, no hay más que elevar un poco la mirada, o la escala de valores, (si aún quedan). No hace falta una lupa para ver la causa y el efecto de las conductas humanas en todos los aspectos de la vida. Ver como nos peleamos por hacernos con dinero fácil o por encontrar la seguridad del bienestar, como si de un seguro de vida se tratara para obtener el placer por el placer. Hoy día se habla, se filma, se guarda se vende o se compra; se envidia, se perdona o se condena y, se mira uno las manos para saber si de verdad están libres. Todos somos un poco cómplices de hacer o consentir que se hagan locuras en este mundo tan surrealista. A lo mejor esta a punto de explotar en nuestras manos tanta falsedad, como una bomba de relojería…
Difícilmente podremos quitarnos del medio a los pobres, cada vez más pobres, y a los ricos, cada vez más miserables en este mundo de los derechos humanos. No hay ley ciudadana que pueda tapar con una venda el cáncer social. ¿Cómo puede haber orden público sin bien común…? Y, eso tiene unas raíces más allá del código penal.
En una democracia que defender razones morales y de justicia, hasta las últimas consecuencias, te puede conducir a la cárcel, es una sociedad enfermiza.
No es un tópico, repetir el sentido de pobreza desmedida. El espíritu de tantos millones de pobres, que sólo tienen dinero, aunque le lleve a ser los más ricos del cementerio.
La verdadera libertad es un don que muy pocos tienen la suerte de vivir, sólo los que tiran a tiempo las muletas, para tener una mente clara, para llenarte de algo mas de contenido en el corazón. La libertad auténtica no le encierra ninguna reja, el espíritu puede volar por todo el universo, hasta hacer realidad el sueño. Aunque esto parezca muy poético, la verdad es que nuestra sociedad camina a ciegas, reprimiendo todo lo que es incapaz de vivir por comodidad y cobardía. Por eso se inventaron las prisiones, allí no se puede construir más que sueños entre miserias humanas a golpe de cerrojos, pero aún así hay quien puede meter al mundo en su celda para despreciarle, más allá de la libertad.
Jacinto Herreras Martín
(Regala tus palabras. Amnistía Internacional)
No es fácil ser libre. La auténtica libertad no la vive quien quiere si no quien puede, si distinguimos bien las condiciones de cautividad, en esta sociedad que nos toca vivir de normas y esclavitudes un tanto surrealistas. Servilismos y leyes que a veces impiden respirar bien y, ejercer los anhelos humanos, tantas veces soñados.
El complicado engranaje de caminar por esta vida, nos hace arrastrar los pies atollados por un pegajoso barro consumista, yendo a trompicones llenos de aparatos ortopédicos hacia ningún sitio. Sólo nos queda el espíritu soñador que te haga volar alto -como lo hacia Miguel Hernández en su prisión – Para que sean los poetas los que tengan la última palabra…Quizá vivamos atados a un sistema que hasta el olor de las flores ha sido robado y, tengamos que comprarlo en un frasco impregnado de sonrisas y falsas promesas de felicidad.
Las injusticias, los dramas, las delincuencia etc… son distintos aspectos de una misma cuestión, no hay más que elevar un poco la mirada, o la escala de valores, (si aún quedan). No hace falta una lupa para ver la causa y el efecto de las conductas humanas en todos los aspectos de la vida. Ver como nos peleamos por hacernos con dinero fácil o por encontrar la seguridad del bienestar, como si de un seguro de vida se tratara para obtener el placer por el placer. Hoy día se habla, se filma, se guarda se vende o se compra; se envidia, se perdona o se condena y, se mira uno las manos para saber si de verdad están libres. Todos somos un poco cómplices de hacer o consentir que se hagan locuras en este mundo tan surrealista. A lo mejor esta a punto de explotar en nuestras manos tanta falsedad, como una bomba de relojería…
Difícilmente podremos quitarnos del medio a los pobres, cada vez más pobres, y a los ricos, cada vez más miserables en este mundo de los derechos humanos. No hay ley ciudadana que pueda tapar con una venda el cáncer social. ¿Cómo puede haber orden público sin bien común…? Y, eso tiene unas raíces más allá del código penal.
En una democracia que defender razones morales y de justicia, hasta las últimas consecuencias, te puede conducir a la cárcel, es una sociedad enfermiza.
No es un tópico, repetir el sentido de pobreza desmedida. El espíritu de tantos millones de pobres, que sólo tienen dinero, aunque le lleve a ser los más ricos del cementerio.
La verdadera libertad es un don que muy pocos tienen la suerte de vivir, sólo los que tiran a tiempo las muletas, para tener una mente clara, para llenarte de algo mas de contenido en el corazón. La libertad auténtica no le encierra ninguna reja, el espíritu puede volar por todo el universo, hasta hacer realidad el sueño. Aunque esto parezca muy poético, la verdad es que nuestra sociedad camina a ciegas, reprimiendo todo lo que es incapaz de vivir por comodidad y cobardía. Por eso se inventaron las prisiones, allí no se puede construir más que sueños entre miserias humanas a golpe de cerrojos, pero aún así hay quien puede meter al mundo en su celda para despreciarle, más allá de la libertad.
Jacinto Herreras Martín