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ADALIA: BODAS DE ORO, DE VALÉRICO Y BENILDE...

BODAS DE ORO, DE VALÉRICO Y BENILDE

(Torrelago 20 de Octubre 2012)

Quiero recordaros cuando éramos jóvenes; aquella divina inocencia que a todos nos imprimió un sello castellano, aquellas raíces de nuestro pueblo de Adalia.
De mis padres nacimos nueve hermanos, como de un frondoso árbol bendecido por el amor, sintiendo esa alegría de ser una familia numerosa.
A ti Valerito –con nombre de torero- te admiraba porque con tu destreza y habilidad yo te vía como a un Dios y, me miraba como reflejado en un espejo, por ser diez años más joven que tú. Sentí cuando te marchaste a trabajar de carnicero a Valladolid, estando de pupilo en la casa de la Ricarda, una antigua y romántica pensión que ya no existe; pero existe en nuestra memoria.
Fue cuando te conocí a ti Mariabeni, una chica de Villalbarva que lo primero que me dijiste fue: ¡¿Te gusto yo para tu hermano?!. ¿Te acuerdas…?. Eso me dijiste y ya presentía un cariño de cuñada especial; porque tú me veías como el hermano menor de Vale, hablándome con delicadeza y respeto. Pero también con autoridad, tratando de que me corrigiera en mis defectos. Tú siempre me has dicho las verdades, aunque no me gustara. Por eso te quiero cuñada y, el amor es recíproco al ir demostrando buena armonía con todos, con vuestros hijos y nietos también; porque sois un ejemplo de padres que os reunís en torno a vuestra mesa entrañable, festiva y apetitosa en ese fruto de ser buenas persona.
Hoy en vuestras bodas de oro es bueno seguir recordando detalles de aquella andadura del principio. Os recuerdo de recién casados, en aquella pequeña casa, en la que cuidasteis de tus padres Benilde y Enrique, como un nido de cariño. Yo haciendo la mili en San Quintín iba y venía atravesando todo Valladolid hasta el final de la calle El Sol, donde había calor humano.
Hoy celebramos vuestro cincuenta aniversario de boda. Los 50 primeros años de casados y, si me permitís, también recordar a nuestros padres Catalina y Jacinto en aquellos años 80, una efemérides inolvidable para toda la familia Herreras, donde las ramas de aquel árbol del pueblo siguió creciendo hasta llegar a 110 miembros.
Hoy todos los hermanos os acompañamos en este día alegre y feliz. Como también hemos de seguir reuniéndonos con frecuencia (como ya lo hicimos en Tordesillas) con ese mismo espíritu en que nació entre todos los primos -lo que entre ellos llaman “la primada”-, en un afán de seguir disfrutando los lazos indestructibles que nos unen a esta numerosa familia Herreras.