ADALIA: LA CATEDRAL DE JUSTO GALLEGO...

LA CATEDRAL DE JUSTO GALLEGO

La inconclusa catedral de Justo Gallego ofrecida a la Virgen del Pilar, ya es una realidad casi terminada. Hecha con sus manos, con sobras de materiales regalados como despojos. Un sueño hecho realidad por este maravilloso y entrañable loco visionario: conseguir levantar un monumento a la constancia y la fe en Mejorada del Campo (Madrid).
Justo Gallego en su empeño no ha necesitado ni planos ni permisos, solamente la constancia de toda su vida para dejarnos a todos cuando muera, algo para la posteridad, más que una Iglesia - que casi le sale un castillo medieval- algo indestructible que ignoran los arquitectos y los que no entienden de la auténtica libertad de un hombre distinto a los demás.
Hace unos días cuando le visité con mi mujer, entramos - aunque aún no tiene puertas- admirando aquello. Una gran nave con la bóveda al aire libre, donde se tiene la sensación de estar dentro de un laberinto mágico en la morada del “loco”, como se le conoce. Parecía que nos hubiéramos colado dentro de una película real entre andamios y arcadas, viendo un altar con la forma del globo terráqueo, una estatua sin cuerpo… allá entre cristales machacados y pintados para ir haciendo las vidrieras rojas y amarillas. Más allá una cuerda colgando, una escalera hecha con muelles de alambre mezclado con hormigón para bajar hacia la cripta y el baptisterio, con las paredes decoradas en su estilo único, más bien pegado una especie de albóndigas endurecidas como un caos de alguien anárquico y estrafalario.
Por una escalera de caracol, subía yo delante y le veo a Don Justo intentando poner un muelle oxidado en uno de los remates en la fachada.
Le contemplé unos segundos antes de saludarle. Me le imaginé en mil sitios a la vez, divisando en la distancia esa catedral hecha desde hace más de cincuenta años con sus manos. Viéndole en su afán con su bufanda y su gorro rojo, fue una suerte que estuviera allí y, que pudiéramos conocer un “Gaudí” muy particular modelando su templo románico, mejor dicho, romántico antes que por su avanzada edad muera y por su obra quede todo mitificado.
Le digo un pensamiento en verso de mi abuelo Melitón Herreras, que solía decir a todos los altruistas que veía. “Sigue esa misión tan Santa, aunque no ganes dinero, también el pájaro canta y, alegra con su garganta con trinos al mundo entero”. Se vuelve y me da un abrazo ¡Hombre poeta! – me dice- Al final Don Justo va a ver terminada su obra. -le dije- Nos gustaría hacernos una foto aquí con Vd. (¿está de acuerdo…?). Siempre es mejor que te recuerden como un loco que hizo algo en la vida, a que nadie sepa que pasaste por ella sin pena ni gloria.
Aunque esta construcción nunca sea parroquia, ni obispos ni papas vengan a consagrarla, quizá algún día esta estrafalaria catedral de Justo Gallego sea visitada por muchos turistas (con guía incluida) y, puede que hasta la Iglesia, ahora escéptica, saque de ella buen provecho económico, algo que a Don justo le trae sin cuidado. El ya ha sacado de ella toda su gloria, todo su amor en su paraíso espiritual, como en un jardín de flores y miel en que su alma ha disfrutado al ser construida.

Jacinto Herreras Martín