MÁS ALLÁ DE LA HUELLA
(De Félix Rodríguez de la Fuente)
Ahora que están reponiendo una vez más en TVE los maravillosos documentales “El hombre y la Tierra”, vemos a este burgalés universal; cuyo espíritu inmortal sigue sobrevolando la otra “fauna humana” más peligrosa aún sobre la que hoy en día haría algún comentario. Si hubiera podido ver las tropelías que nos están haciendo, poniendo en riesgo el bienestar de tanta gente con la deuda soberana, en este circo de hienas que llaman mercados y primas de riesgo…
Para las generaciones que ahora sólo le ven en estatuas con sus lobos, (a los que creíamos nuestros enemigos), pongo uno de mis escritos de entonces, sin quitar ni una sola coma.
Si hay algo digno de hacer por la vida en pro de la naturaleza, es al menos recuperar para los niños de hoy la figura irrepetible y casi olvidada del naturalista Félix Rodríguez de la Fuente. Desde los estamentos oficiales, a quienes vieron impasibles el mejor cine científico, aquel patrimonio cultural fruto de sus investigaciones, habrá que decir que no se hizo justicia, después de tantos años de orfandad en la que nos dejó a todos sumidos. Félix fue capaz de concienciar a una gran parte de la sociedad dormida, en torno a comprender mejor el palpitar de la naturaleza. El nos hizo ver con su elocuencia y, en imágenes el legado de otro gran antecesor naturalista Charles Darwin, el descubridor de la selección natural, (la cual revolucionó incluso el mundo de las creencias). Pues yo siguiendo la huella de Félix, y contemplando lo que todavía nos queda por destruir, me fui a Poza de la Sal, su pueblo natal, para comprender mejor lo que pudo ver cuando empezó a impregnarse de inquietudes en su niñez. Desde su puerta se ve una montaña alta, gran atalaya por la que sobrevuelan aves, mágica montaña que posiblemente le llamó a la inmortalidad.
Alguien le recuerda de crío con rudas botas recorriendo el campo oteando nidos, para ver como nacen los pájaros y, llevando a su hermana Mercedes en sus hombros para que viera también y escuchara el palpitar de la vida, el canto del río, y admirar en su orilla como nace un tallo de hierba. Bien lo observó Félix entre tanta belleza que derrochan las tierras burgalesas. Metido por senderos inescrutables entre las cárcavas vigilando águilas, tomando apuntes y, sueños de volar alto, viendo la vida eclosionar en cada instante. Se empeñó en conocer a todo bicho viviente, para llevar en su mente la enciclopedia de la naturaleza a los demás. ¡Cuánta poesía hay en ella, si nos fijamos bien!. Por fin me di cuenta que no había muerto del todo, él sólo capturó otra frontera desconocida para nosotros. Hay una sutil presencia anímica, contemplando las inmediaciones del pantano de Linares. –al sur de Burgos- viendo los escarpados y a lo lejos planeando águilas, donde se escucha mejor el silencio y su recuerdo. Allí esta su espíritu vivo esperando ser reencarnado de alguna forma.
Con enormes dificultades económicas se ha creado en Burgos una asociación de amigos de Félix Rodríguez de la Fuente, en la cual me enteré en una conferencia de Joaquín Araujo de un gran proyecto: Su parque natural en Poza de la Sal, en el que parece que la propia naturaleza agradecida quiere rendirle su recuerdo. Se ha descubierto una roca con la silueta de su rostro pétreo para que futuras generaciones recuerden su cara.
Ojalá nos sumáramos todos a este proyecto, sensibilizándonos de la necesidad de defender de verdad a esta mal llamada civilización, que quema los montes, y maltrata a este planeta. “Su planeta azul”.
Y, defenderla también del homo sapiens (no sapiens) depredador que destruye su propio hábitat por un extraño afán de poder absurdo.
Esperemos despertar antes de que sea demasiado tarde, y no ignorar que existen muchas criaturas maravillosas evolucionadas por millones de años fieles a su origen, a punto de extinguirse, que tiemblan de miedo esperando una caricia humana, más allá de la huella dejada por Félix Rodríguez de la Fuente.
Jacinto Herreras Martín
(De Félix Rodríguez de la Fuente)
Ahora que están reponiendo una vez más en TVE los maravillosos documentales “El hombre y la Tierra”, vemos a este burgalés universal; cuyo espíritu inmortal sigue sobrevolando la otra “fauna humana” más peligrosa aún sobre la que hoy en día haría algún comentario. Si hubiera podido ver las tropelías que nos están haciendo, poniendo en riesgo el bienestar de tanta gente con la deuda soberana, en este circo de hienas que llaman mercados y primas de riesgo…
Para las generaciones que ahora sólo le ven en estatuas con sus lobos, (a los que creíamos nuestros enemigos), pongo uno de mis escritos de entonces, sin quitar ni una sola coma.
Si hay algo digno de hacer por la vida en pro de la naturaleza, es al menos recuperar para los niños de hoy la figura irrepetible y casi olvidada del naturalista Félix Rodríguez de la Fuente. Desde los estamentos oficiales, a quienes vieron impasibles el mejor cine científico, aquel patrimonio cultural fruto de sus investigaciones, habrá que decir que no se hizo justicia, después de tantos años de orfandad en la que nos dejó a todos sumidos. Félix fue capaz de concienciar a una gran parte de la sociedad dormida, en torno a comprender mejor el palpitar de la naturaleza. El nos hizo ver con su elocuencia y, en imágenes el legado de otro gran antecesor naturalista Charles Darwin, el descubridor de la selección natural, (la cual revolucionó incluso el mundo de las creencias). Pues yo siguiendo la huella de Félix, y contemplando lo que todavía nos queda por destruir, me fui a Poza de la Sal, su pueblo natal, para comprender mejor lo que pudo ver cuando empezó a impregnarse de inquietudes en su niñez. Desde su puerta se ve una montaña alta, gran atalaya por la que sobrevuelan aves, mágica montaña que posiblemente le llamó a la inmortalidad.
Alguien le recuerda de crío con rudas botas recorriendo el campo oteando nidos, para ver como nacen los pájaros y, llevando a su hermana Mercedes en sus hombros para que viera también y escuchara el palpitar de la vida, el canto del río, y admirar en su orilla como nace un tallo de hierba. Bien lo observó Félix entre tanta belleza que derrochan las tierras burgalesas. Metido por senderos inescrutables entre las cárcavas vigilando águilas, tomando apuntes y, sueños de volar alto, viendo la vida eclosionar en cada instante. Se empeñó en conocer a todo bicho viviente, para llevar en su mente la enciclopedia de la naturaleza a los demás. ¡Cuánta poesía hay en ella, si nos fijamos bien!. Por fin me di cuenta que no había muerto del todo, él sólo capturó otra frontera desconocida para nosotros. Hay una sutil presencia anímica, contemplando las inmediaciones del pantano de Linares. –al sur de Burgos- viendo los escarpados y a lo lejos planeando águilas, donde se escucha mejor el silencio y su recuerdo. Allí esta su espíritu vivo esperando ser reencarnado de alguna forma.
Con enormes dificultades económicas se ha creado en Burgos una asociación de amigos de Félix Rodríguez de la Fuente, en la cual me enteré en una conferencia de Joaquín Araujo de un gran proyecto: Su parque natural en Poza de la Sal, en el que parece que la propia naturaleza agradecida quiere rendirle su recuerdo. Se ha descubierto una roca con la silueta de su rostro pétreo para que futuras generaciones recuerden su cara.
Ojalá nos sumáramos todos a este proyecto, sensibilizándonos de la necesidad de defender de verdad a esta mal llamada civilización, que quema los montes, y maltrata a este planeta. “Su planeta azul”.
Y, defenderla también del homo sapiens (no sapiens) depredador que destruye su propio hábitat por un extraño afán de poder absurdo.
Esperemos despertar antes de que sea demasiado tarde, y no ignorar que existen muchas criaturas maravillosas evolucionadas por millones de años fieles a su origen, a punto de extinguirse, que tiemblan de miedo esperando una caricia humana, más allá de la huella dejada por Félix Rodríguez de la Fuente.
Jacinto Herreras Martín
me encanta tu homenaje a félix rodríguez de la fuente, y, además, tu mirada, recia, inquieta, bondadosa... expresa muy bien la trascendencia antropológica y naturalista del legado del maestro. sin ser walt disney, hasta ahí podíamos llegar, en rodríguez de la fuente había como un nexo y puente entre el mundo humano y el mundo de las bestias del campo que a él siempre humanizaba y reeducaba, si es que se puede decir así. guardaré tus palabras y referencia en mis 'guardiñas'. y es que mi bisabuelo félix y mi abuelo sofronio fueron, ambos, médicos de vega de valdetronco y, creo, de adalia. sofronio, desde luego. mi padre, ya de 96 años, siendo todavía un niño le llevaba a sus consultas en un pequeño fiat que, para la época, debía de ser el 'summum'. un abrazo fuerte