Son las pequeñas cosas las que generan sensaciones inolvidables. Detalles que dan forma a experiencias que no se pueden explicar con palabras. Gestos que pueden pasar desapercibidos, pero que son los que marcan la diferencia. Algo tan simple como tomarse un buen Ribera de Duero en Puerta Grande, puede elevar el disfrute hasta límites insospechados.