CUANDO LOS BURROS GALOPABAN, SOBRE LOS CAMPOS CASTELLANOS
Eran los años duros de la posguerra, la falta de las principales cosas de subsistencia, se notaba en los campos castellanos, pero a pesar de toda esa falta de alimentos, los campesinos día a día, no faltaban a su trabajo incluso domingos y festivos, ellos con la idea de sacarle a la tierra mucho más producción, en tal situación se encontraban, que las madrugadas para algunos trabajadores, eran noches muy cortas, ya que se levantaban sobre las tres de la mañana, para poder iniciar la faena de la siega con hoz, que muchos de los días eran de noche cerrada, y así con el nocturno se dedicaban a segar, para no tener que sufrir el calor de medio día. Las hoces relucían con la luz que les daba la luna.
Sus frentes todavía no sudaban, a pesar del esfuerzo cotidiano, y los jóvenes que se dedicaban atar los haces de cereales, recogían las mies con mucha más celeridad, al notar que no se les escapaban de sus manos. Las tormentas eran terribles para el segador, ya que las hoces atraían a los relámpagos, y tenían que dejar de segar y apartarse de los animales y hoces, que dejaban alejadas de donde ellos se encontraban. El verano en Castilla, era todo un trabajar sin parar ni descansar, las eras donde se trillaba, se encontraban siempre con personas alrededor, ya que entonces el llamado trigo Candeal era demasiado especial, para poder eliminar la falta de pan, Todo transcurría con la idea de cuanto antes este recogido mucho mejor, tanto los obreros segadores como el patrón, en ese tema estaban de acuerdo. Al iniciar la temporada de siega, se entendía que los trabajos eran todos a destajo, ya que cuanto antes se cosechara mucho mejor. Aquellos años duros de trabajo, sin apenas descansar, y con los alimentos demasiado controlados, los hombres que entonces se consideraban segadores y agosteros, se dejaban la vida en aquellos lugares donde existía el trabajo, y con ello el poco dinero que se podían llevar a sus casas, ya que algunos de aquellos segadores, venían a la Castilla rural, o Tierra de Campos, desde la lejana Galicia, y que ya Rosalía de Castro, les hacía alguna mención en sus poemas de habla Gallega. Aquellos años de contratos verbales, y de gente que se dejo sus sudores y su buen hacer, en aquellos campos de la vieja Castilla, no se les tuvo demasiado en cuenta, a la vez que los hombres de su misma tierra, pero que en sus territorios, existían menos cereales, ya que les ocupaban viñedos y pinares, y en la época de verano, trataban de buscarse el trabajo, donde la mano de obra campesina era necesaria, Toda aquella tierra de Medina del Campo, en su zona sur, llamada por los segadores, “Tierra blanda “, y que en aquellos años daba trabajo a muchas cuadrillas de hombres, que se pegaban a su suelo, para poder recolectar tanto trigo como cebada, garbanzos y otras clases de cereales como era la avena y el centeno. Sin olvidarnos de las algarrobas y avezas. Todo aquello paso al olvido, hoy en día las maquinas han borrado, aquellos trabajos penosos, donde apenas las personas podían descansar, y con la comida justa tener que tirar de aquellas herramientas, que eran lo más normal de aquella época, en la Castilla que tenía que ser granero, para el resto de España, y que muchas personas parecen desconocer la historia, Aquellos hombres de la Castilla rural, han dado paso a la mecanización del campo. Y hoy solo quedan los recuerdos de algunas personas mayores, que aun siguen acordándose de aquellos años de lucha y trabajo para seguir adelante. Aun quedan en la memoria, los nombres de muchos lugares de esa tierra castellana…… G X Cantalapiedra.
Eran los años duros de la posguerra, la falta de las principales cosas de subsistencia, se notaba en los campos castellanos, pero a pesar de toda esa falta de alimentos, los campesinos día a día, no faltaban a su trabajo incluso domingos y festivos, ellos con la idea de sacarle a la tierra mucho más producción, en tal situación se encontraban, que las madrugadas para algunos trabajadores, eran noches muy cortas, ya que se levantaban sobre las tres de la mañana, para poder iniciar la faena de la siega con hoz, que muchos de los días eran de noche cerrada, y así con el nocturno se dedicaban a segar, para no tener que sufrir el calor de medio día. Las hoces relucían con la luz que les daba la luna.
Sus frentes todavía no sudaban, a pesar del esfuerzo cotidiano, y los jóvenes que se dedicaban atar los haces de cereales, recogían las mies con mucha más celeridad, al notar que no se les escapaban de sus manos. Las tormentas eran terribles para el segador, ya que las hoces atraían a los relámpagos, y tenían que dejar de segar y apartarse de los animales y hoces, que dejaban alejadas de donde ellos se encontraban. El verano en Castilla, era todo un trabajar sin parar ni descansar, las eras donde se trillaba, se encontraban siempre con personas alrededor, ya que entonces el llamado trigo Candeal era demasiado especial, para poder eliminar la falta de pan, Todo transcurría con la idea de cuanto antes este recogido mucho mejor, tanto los obreros segadores como el patrón, en ese tema estaban de acuerdo. Al iniciar la temporada de siega, se entendía que los trabajos eran todos a destajo, ya que cuanto antes se cosechara mucho mejor. Aquellos años duros de trabajo, sin apenas descansar, y con los alimentos demasiado controlados, los hombres que entonces se consideraban segadores y agosteros, se dejaban la vida en aquellos lugares donde existía el trabajo, y con ello el poco dinero que se podían llevar a sus casas, ya que algunos de aquellos segadores, venían a la Castilla rural, o Tierra de Campos, desde la lejana Galicia, y que ya Rosalía de Castro, les hacía alguna mención en sus poemas de habla Gallega. Aquellos años de contratos verbales, y de gente que se dejo sus sudores y su buen hacer, en aquellos campos de la vieja Castilla, no se les tuvo demasiado en cuenta, a la vez que los hombres de su misma tierra, pero que en sus territorios, existían menos cereales, ya que les ocupaban viñedos y pinares, y en la época de verano, trataban de buscarse el trabajo, donde la mano de obra campesina era necesaria, Toda aquella tierra de Medina del Campo, en su zona sur, llamada por los segadores, “Tierra blanda “, y que en aquellos años daba trabajo a muchas cuadrillas de hombres, que se pegaban a su suelo, para poder recolectar tanto trigo como cebada, garbanzos y otras clases de cereales como era la avena y el centeno. Sin olvidarnos de las algarrobas y avezas. Todo aquello paso al olvido, hoy en día las maquinas han borrado, aquellos trabajos penosos, donde apenas las personas podían descansar, y con la comida justa tener que tirar de aquellas herramientas, que eran lo más normal de aquella época, en la Castilla que tenía que ser granero, para el resto de España, y que muchas personas parecen desconocer la historia, Aquellos hombres de la Castilla rural, han dado paso a la mecanización del campo. Y hoy solo quedan los recuerdos de algunas personas mayores, que aun siguen acordándose de aquellos años de lucha y trabajo para seguir adelante. Aun quedan en la memoria, los nombres de muchos lugares de esa tierra castellana…… G X Cantalapiedra.