Yo casi me considero de Casasola, porque voy desde que aprendí a andar y me sirve para desconectar de las prisas y las obligaciones diarias. Parece que no ha pasado el tiempo desde finales de los años 60, sobre todo en cosas que no han arreglado desde entonces...ya va siendo hora que lo hagan...Y lo que me da más pena es haber perdido las eras entre la pista y el Pingarrón, me gustaba pasear por donde antes aventaban los cereales, con máquinas que te despertaban en las mañanas de verano...