Existía en el siglo XI, pues Alfonso X El Sabio, dice que, cuando Sancho II de Castilla iba en el año 1.072 a desposeer a su hermana Dª. Urraca de la ciudad de
Zamora, durmió una
noche en
Castronuño.
A mediados del siglo XII, fue reedificada por Nuño Pérez, alférez mayor de Alfonso VII, tomando entonces el nombre de aquel. Muchos caballeros de
Salamanca, ayudaron a Nuño Pérez en su obra, y los prebendados de esta ciudad dieron ornamentos y libros
religiosos para el culto divino.
Comenzó esta villa por un
castillo en las márgenes del
río Duero y junto a la embocadura del Trabancos, debiendo ser su primer nombre Castro-Benavente, en lo antiguo según unos
Toro el Chico, según otros La Gran Florida del Duero, por sus amenos y pintorescos
valles, denominada así hasta mediados del siglo XII. Algún cronista dice que tomó el nombre de un antiguo alcaide del castillo, llamado D. Castro de Nuño, adulterado después con el actual, siendo la fecha mas verosímil de la fundación como villa, la situada entre los años 866 a 910 de nuestra era, durante el reinado de Alfonso III de
León a cuyo reino pertenecería durante las batallas y guerra de la reconquista a los moros, habiendo historiadores que fijan la fecha de su origen en la época de los
romanos.
El primitivo emplazamiento en la época
romana, cuando los imperativos de la defensa privaban sobre cualquier consideración, radicaba no en la vega, sino en lo alto del cerro, bien comunicado y fácil de defender. Siendo en el medioevo
plaza fuerte, apiñando su
caserío sobre lo alto de la Muela, en torno del castillo, que atestigua el valor estratégico de su emplazamiento.
Existía en el siglo XI, pues Alfonso X El Sabio, dice que, cuando Sancho II de Castilla iba en el año 1.072 a desposeer a su hermana Dª. Urraca de la ciudad de Zamora, durmió una noche en Castronuño.
A mediados del siglo XII, fue reedificada por Nuño Pérez, alférez mayor de Alfonso VII, tomando entonces el nombre de aquel. Muchos caballeros de Salamanca, ayudaron a Nuño Pérez en su obra, y los prebendados de esta ciudad dieron ornamentos y libros religiosos para el culto divino.
A comienzos de 1.462, el nacimiento de una hija compensó de momento los sinsabores de rey, aún cuando más tarde viniera a aumentarlos. Púsosele de nombre Juana, y pocos meses después fue jurada en las cortes de
Madrid como princesa de
Asturias y heredera de la corona. Pero todas las clases sociales abrigaron la convicción de que aquel
fruto no era de legítima procedencia y si de los adúlteros amores le la reina (Dº Juana, princesa de
Portugal) con el apuesto D. Beltrán de la
Cueva. Y desde allí la inocente infanta, fue conocida con el mote de La Beltraneja. Continuaban entre tanto las diferencias con
Aragón; catalanes y castellanos estaban a punto de declararse en plena rebelión. Así las cosas, surgen dos bandos, por un lado los partidarios del rey Enrique IV, y por otro los del infante D. Alfonso.
Hasta la segunda mitad del siglo XIX, el
ayuntamiento poseía un patrimonio rústico de má de 2.000 Has., constituido principalmente por las
fincas conocidas por
monte Cuesta, La Rinconada, Las Cáñamas y la Dehesa de Carmona. En 1.845, el patrimonio rústico de más de 2000 fanegas de bienes propios y otra superficie parecida de bienes comunales. Este patrimonio, constituía la mayor
fuente de ingresos del erario público, y para muchos vecinos su medio de vida, por lo que la población de aquel entonces sobrepasaba los 3.000 habitantes. Por necesidades del estado, Castronuño tuvo que ceder el monte Cuesta y la Rinconada por un precio de 800.000 reales que no recibió en metálico sino por un titulo acreditativo o “Lamina intransferible de la inscripción nominativa de la deuda perpetua inferior al 3% hoy al 4% produciendo en la actualidad una renta líquida anual de 4.350Pts. Este hecho, supuso el empobrecimiento progresivo pero lento de muchas
familias, que se quedaron de la noche a la mañana, sin su medio ancestral de vida, por lo que se buscó la forma de dotar de tierras a los afectados, del patrimonio que le quedaba al ayuntamiento.
En 1.861, se realizó la entrega de tierras del pago de las cañamas a los solicitantes. A
caballo entre las décadas de los 30 y 40 a Castronuño le fue expropiando el mejor y más fértil terreno de su vega, para la construcción y puesta en funcionamiento de los
canales de
San José y de Toro y la central Hidroeléctrica.