¿A quién me quejaré de mi enemiga?
¿Al tiempo? No es razón, que me ha burlado.
¿Al
cielo? No es juez de mi cuidado.
Ni al fuego, pues el fuego me castiga.
¿Al viento? Ya no escucha mi fatiga,
que está en mis esperanzas ocupado.
¿A Amor? Es mi enemigo declarado
y en condenarme piensa que me obliga.
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