E L A C A R R E O
En el
verano muy de madrugada se levantaba el padre y avisaba a los demás hijos de la
família para ir a acarrear unciendo la pareja de machos o bueyes, y los más pobres los burros; preparando el
carro con sus estacas, sogas, bieldos, y rastrillo.
En la oscuridad de la
noche, y bien arrebujaditos en una manta para defenderse del frío, o del rocío, echados en la caja del carro, iniciaban la marcha hacia la tierra. El carro se dirigía a la tierra donde se recogía la mies.
A pesar
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