No encontramos ejemplar más bello entre los cánidos de nuestra tierra que un galgo bien plantado. Esa silueta estilizada y dinámica, de la que muchos deportistas de ciertas disciplinas han tomado ejemplo, es todo un tratado de movimientos armónicos. Pero el término de la temporada de caza y la falta de liebres hará que también cantemos un requien por el galgo. Ese galgo que tantas escenas bellas ha prodigado por nuestra Tierra de Campos.