Amo tu dura carne, parada bajo el tiempo
que sobre tí transcurre con su lenta ceniza.
Aquí no gimió nunca esa humana tristeza
que a su sangre consume su negra herida.
Has sido siempre piedra cerrada para el mundo, roca inmutable y ciega que no bajó a la vida, helada, pura y blanca, parada en las edades...