Hablan poco los árboles, se sabe.
Pasan la vida entera meditando
y moviendo sus ramas.
Basta mirarlos en otoño
cuando se juntan en los parques:
sólo conversan los más viejos,
los que reparten las nubes y los pájaros,
pero su voz se pierde entre las hojas... El amor aunque sea dulce, siempre tiende a agriarse, pero si lo mezclas con sabiduría y madurez va a ser un amor para toda la vida.