En las tibias mañanas de mayo, julio, octubre,
por la alameda abajo el paso se descubre
de la reata plácida que los caminos cubre,
acarreando el jugo de la rosada ubre.
Sobre los altos chopos, jilgueros, gorriones
trenzan su algarabía joviales y zumbones.
Un sol recién nacido despierta los balcones
y filtra entre las hojas trémulos medallones.
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