EL ANCIANO Y EL NIÑO

Eran un anciano y un niño que viajaban con un burro de pueblo en pueblo.

Llegaron a una aldea caminando junto al asno y, al pasar por ella, un grupo de mozalbetes se rió de ellos, gritando:

- ¡Mirad que par de tontos!. Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos caminando a su lado. Por lo menos, el viejo podría subirse al burro.

Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y, al pasar por el mismo, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo subido en el burro y el niño caminando a su lado. Dijeron:

- ¡Parece mentira! ¡. Que desfachatez!. El viejo sentado en el burro y el pobre niño caminando.

Al salir del pueblo, el anciano y el niño intercambiaron sus puestos.

Siguieron haciendo camino hasta llegar a otra aldea. Cuando las gentes les vieron, exclamaron escandalizados:

- ¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Habeis visto algo semejante?

El muchacho montado en el burro y el pobre anciano caminando a su lado.

- ¡Qué vergüenza!

Puestas así ls cosas, el viejo y el niño compartieron el burro. El fiel jumento soportaba ahora el peso de ambos sobre sus lomos. Cruzaron junto a un grupo de campesinos y estos comenzaron a vociferar:

- ¡Sinvergüenzas! ¿Es que no teneis corazón? ¡. Vais a reventar al pobre animal!

El anciano y el niño optaron por cargar al burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente se apiñó alrededor de ellos. Entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:

-Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas. ¡Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!

De repente el burro se revolvió, se precipitó por un barranco, y murió.

* El Maestro dice: Si escuchais las opiniones de los demás, acabareis muertos como este burro. Cerrad los ojos a la opinión ajena, que aquello que los demás censuran te sea indiferente. Escucha unicamente la voz de tu corazón y no te pierdas en opiniones ajenas.

R. J.
La juventud es el paraíso de la vida, la alegría es la juventud eterna del espíritu