¡Qué tiempos aquellos!
Cuando estábamos esperando a los Reyes que venían de Oriente y pasaban por nuestro pueblo, para adorar al Niño Dios.
Como era costumbre siempre le pedíamos algún regalo y nos traían alguna “piuca, canicas, algún caramelo y peladillas”.
Cuando nos traían piucas, íbamos corriendo a las fraguas de Terenciano ó de Cirilo a que nos pusiesen rejos para poderlas bailar el mayor tiempo posible.
Cuando nos traían canicas, parecíamos topillos, agujereábamos toda la plaza y parte...