Mes de Agosto en La Tata, en el Conjuradero. Sentados en torno a una mesa con la cuadrilla; al otro lado de la barra, Aderito. Cuando sale, se me acerca esbozando una sonrisa y me dice:
“Santiago, esa corbata merece un poema”. Y yo: “Si es un Soneto”. Vuelve a sonreír y se marcha.
Dos días después, martes, recibo en
casa un sobre con un
mensaje inolvidable y este Soneto que, en Su Memoria, hoy quiero compartir con vosotros