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CUENCA DE CAMPOS: EL PINO...

EL PINO

Sucio, cansado y hambriento de tanto esfuerzo y camino, rogué a un solitario pino que me diera sustento."No puedo" me respondió,"es tan solo primavera, no es el tiempo de mi fruta, pero sientate y disfruta del aire, color, y sombra, duerme tranquilo a mi vera". No estaba yo para esperas, ni consejos ni disputas; me vencí, no lo quemé, pero, eso sí, lo olvidé.

El sol quemaba en verano,- ¡hasta el aire mismo ardía!-cuando del campo volví con azada y hoz en mano. Ya era imposible seguir tan abrasador camino. Volvía la vista hacia el pino que desprecié en primavera; allí estaba, verde, erguido, como un amigo que espera. Su sombra fue paraiso para mi infierno estival.

Yo no se si tenía frutos, ¡ni me acordé de mirar!, cuando acabado el otoño, se acabaron heno, y paja, busqué una cama mullida para el becerro y las vacas. Busqué abonos para el huerto, nadie me los pudo dar. ¡Qué triste será mi invierno de pobreza y soledad.

Miré primero hacia el cielo, luego, lejos, el camino; allí estaba, solo, el pino, dispuesto a colaborar. Tiró sus hojas al suelo haciendo una espesa alfombra. ¡Qué me importaban sus frutos!. ¡Qué soledad, miedo y hambre. Mi debil choza no pudo con tantas calamidades. Un ciclón la hirió de muerte, voló parte del tejado, sentí cerca mi final. Tendí la vista hacia el pino.

¡Él, sí aguantó el vendaval!, ¡con lágrimas lo corté, hice fuego, hice techado, y pensé en la primavera sin frutas, y en el verano-con caricias de su sombra-y en las hojas del otoño, y en todo lo que me ha dado. Una foto de recuerdo, y una leyenda debajo:"Antes me salvó, su vida, hoy, su muerte me ha salvado".

R. J.