En las tibias mañanas de mayo, julio, octubre,
por la alameda abajo el paso se descubre
de la reata plácida que los caminos cubre,
acarreando el jugo de la rosada ubre.
Sobre los altos chopos, jilgueros, gorriones
trenzan su algarabía joviales y zumbones.
Un sol recién nacido despierta los balcones
y filtra entre las hojas trémulos medallones.
Solemne y panorámica llega la cabalgata
que viene de la aldea en lenta caminata:
lecheras sollamadas, borricos en reata
que, menuda y ligera, multiplican la pata.
Al vaivén de los trotes, la hojalata y la olla
acompasan su ritmo de sonora bambolla.
En el bache abismada, la carreta se atolla.
Asnos blancos al sol... Un cuadro de Sorolla.
Domésticos, sesudos, van pasando los burros,
letanía asinaria de los nombres cazurros:
Generosos y Estrellas, Rucios, Florindas, Curros.
Llega un sabroso aroma de matinales churros.
Al modo mujeriego sobre la áspera albarda,
asnalgan las lecheras. Y tras la vieja tarda,
como blanca paloma junto a torpe avutarda,
monta la moza esbelta que en las huertas escarda.
El ramal del cabestro en la mano que acopla
caricias de mujer y riesgos de manopla.
Sus faldas rameadas la brisa agita y sopla.
Rasga el aire el aroma de una rústica copla.
Es la escena de égloga, que huele a pan y a heno,
a tomillo y a hierba, a maíz y a centeno,
a heno de la cuadra y a pan limpio y moreno,
a borona y a aceña y a troje bien relleno.
Parece un episodio de la vida de Ruth.
En la alameda juega un rapaz, lanza un chut.
Un pajarillo alegre modula su cu-cut,
motivo de una idílica pastoral en ut.
El aire se caldea con un hálito de horno,
con un cálido aliento, preludio del bochorno
que quemará las hojas. Para el visual soborno
han colgado sus muestras las tiendas del contorno.
Entre el polvo y el sol van volando las moscas.
Los asnos se sacuden los tábanos con foscas
contracciones. Y mercan las amazonas roscas
de pan tibio, que cruje entre sus manos toscas.
Los pitos de las fábricas sollozan la señal.
Al azul matutino sube el humo industrial.
Y la última lechera, trabando del ronzal
de su pollino, avanza por el camino real.
A. A. E
por la alameda abajo el paso se descubre
de la reata plácida que los caminos cubre,
acarreando el jugo de la rosada ubre.
Sobre los altos chopos, jilgueros, gorriones
trenzan su algarabía joviales y zumbones.
Un sol recién nacido despierta los balcones
y filtra entre las hojas trémulos medallones.
Solemne y panorámica llega la cabalgata
que viene de la aldea en lenta caminata:
lecheras sollamadas, borricos en reata
que, menuda y ligera, multiplican la pata.
Al vaivén de los trotes, la hojalata y la olla
acompasan su ritmo de sonora bambolla.
En el bache abismada, la carreta se atolla.
Asnos blancos al sol... Un cuadro de Sorolla.
Domésticos, sesudos, van pasando los burros,
letanía asinaria de los nombres cazurros:
Generosos y Estrellas, Rucios, Florindas, Curros.
Llega un sabroso aroma de matinales churros.
Al modo mujeriego sobre la áspera albarda,
asnalgan las lecheras. Y tras la vieja tarda,
como blanca paloma junto a torpe avutarda,
monta la moza esbelta que en las huertas escarda.
El ramal del cabestro en la mano que acopla
caricias de mujer y riesgos de manopla.
Sus faldas rameadas la brisa agita y sopla.
Rasga el aire el aroma de una rústica copla.
Es la escena de égloga, que huele a pan y a heno,
a tomillo y a hierba, a maíz y a centeno,
a heno de la cuadra y a pan limpio y moreno,
a borona y a aceña y a troje bien relleno.
Parece un episodio de la vida de Ruth.
En la alameda juega un rapaz, lanza un chut.
Un pajarillo alegre modula su cu-cut,
motivo de una idílica pastoral en ut.
El aire se caldea con un hálito de horno,
con un cálido aliento, preludio del bochorno
que quemará las hojas. Para el visual soborno
han colgado sus muestras las tiendas del contorno.
Entre el polvo y el sol van volando las moscas.
Los asnos se sacuden los tábanos con foscas
contracciones. Y mercan las amazonas roscas
de pan tibio, que cruje entre sus manos toscas.
Los pitos de las fábricas sollozan la señal.
Al azul matutino sube el humo industrial.
Y la última lechera, trabando del ronzal
de su pollino, avanza por el camino real.
A. A. E