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CUENCA DE CAMPOS: EL MANTEL...

EL MANTEL

A un joven sacerdote le habían asignado reabrir una iglesia en unos suburbios de una ciudad; estaba entusiasmado con la preciosa tarea pero cuando llegó se encontró que estaba en pésimas condiciones, y faltaba mucho trabajo que hacer para repararla.
Pero su ilusión le hizo fijarse la meta de tener todo listo para Nochebuena. Este joven sacerdote trabajó arduamente, reparando los bancos, las paredes, pintando, etc., y para el 18 de diciembre ya había casi terminado.
Pero al día siguiente cayó una terrible tempestad en la zona que duró dos días. Cuando el día 21 el sacerdote fue a ver la iglesia, su corazón se contrajo. El agua se había filtrado a traves del techo y había destruído la pared frontal del santuario, justo detrás del púlpito, dejando un hueco considerable. El sacerdote limpió el desastre y, no sabiendo qué más hacer sino posponer la celebración de la Nochebuena, salió triste hacia su casa.
En el camino vió un mercadillo con fines caritativos y se entretuvo ojeando los artículos en venta. Uno de ellos era un hermoso mantel hecho a mano, color hueso, con un trabajo esquisito de aplicaciones, bellos colores y una cruz bordada en el centro. Era justamente el tamaño adecuado para cubrir el hueco de la pared. Lo compró y se volvió hacia la iglesia. Justo había empezado a nevar.
Una mujer mayor iba corriendo tratando de alcanzar el autobus pero lo perdió.
El sacerdote la invitó a refugiarse en la iglesia ya que, el próximo tardaría unos 45 minutos. La señora agradecida, se sentó en uno de los bancos sin prestar atención al pastor que intentaba colocar, subido a una escalera, el mantel como tapíz para tapar el hueco. De pronto, la mujer pálida como una hoja de papel, le dijo: Padre, ¿dónde consiguió usted ese mantel?; el padre se lo explicó. La mujer miró en una esquina por si encontraba unas iniciales bordadas. Y allí estaban. Ella había bordado ese mantel 35 año atrás en Austria. La mujer le explicó que cuando los Nazis llegaron tuvieron que huir pero fue capturada, enviada a prisión y nunca volvió a ver a su esposo.
El sacerdote la acompañó a su casa y, aunque quiso regalarla el mantel, ella no quiso.
¡Qué maravillosa fue la celebración de la Nochebuena! Al terminar, todos se marcharon a sus casas menos un viejecito que se quedó atónito delante del púlpito. El hombre preguntó asombrado, al sacerdote, que dónde había encontrado ese mantel. Despues de habérselo contado el sacerdote, el buen señor le explicó a este que un mantel igual a ese lo había bordado su esposa, a la que núnca volvió a ver porque fue detenida durante la guerra en Austria hacía ya 35 años. El pastor quiso, mientras le contaba la historia, llevarlo con él a dar un paseo. Se dirigieron hasta la misma casa donde el cura había llevado a la mujer tres días antes.
Este llamó a la puerta y presenció la más bella reunión de Navidad que pudo haber imaginado.

R. J.