Enfermedades en las aves
Hay más de 40 enfermedades transmisibles entre ave y humano.
Las palomas urbanas no sólo sufren las enfermedades que contraen en los lugares dónde se alimentan (basuras, excrementos caninos, etc.) sino que pueden transmitirlas al hombre, por lo que, a efectos sanitarios, se las considera como ratas.
Se han catalogado hasta 40 enfermedades transmisibles por las aves al ser humano y son portadoras de hasta 60 ectoparásitos externos (piojos, garrapatas, etc).
Destacan la salmonelosis, las colibacilosis y la histoplasmosis.
El contacto directo con sus excrementos y la inhalación de los mismos en forma de polvo microscópico son suficientes para ocasionar graves trastornos.
La acción química de los excrementos (gran contenido en ácido úrico y ácido fosfórico) desintegra cementos, hormigón, piedra caliza y deteriora gravemente el resto de materiales.
En naves y almacenes, la sola presencia de aves en su interior provoca pérdidas económicas directas a través del excremento sobre productos y materiales.
Además, las palomas picotean materiales deleznables (revocos de fachadas, cementos de tejados, etc) para cubrir los aportes de minerales de los que son deficitarios en su dieta alimentaria y que, a su vez, sirven para moler los alimentos en su molleja.
Una de las peores consecuencias de la actividad de las aves sobre los edificios deriva del progresivo cúmulo de excrementos en canalones y desagües que termina por provocar su taponamiento con la consiguiente aparición de humedades y goteras.
Las estructuras de madera también pueden verse afectadas debido al desarrollo de flora fúngica y plagas entomológicas (xilófagos) que tienen su origen en sus nidos y excrementos.
Hay más de 40 enfermedades transmisibles entre ave y humano.
Las palomas urbanas no sólo sufren las enfermedades que contraen en los lugares dónde se alimentan (basuras, excrementos caninos, etc.) sino que pueden transmitirlas al hombre, por lo que, a efectos sanitarios, se las considera como ratas.
Se han catalogado hasta 40 enfermedades transmisibles por las aves al ser humano y son portadoras de hasta 60 ectoparásitos externos (piojos, garrapatas, etc).
Destacan la salmonelosis, las colibacilosis y la histoplasmosis.
El contacto directo con sus excrementos y la inhalación de los mismos en forma de polvo microscópico son suficientes para ocasionar graves trastornos.
La acción química de los excrementos (gran contenido en ácido úrico y ácido fosfórico) desintegra cementos, hormigón, piedra caliza y deteriora gravemente el resto de materiales.
En naves y almacenes, la sola presencia de aves en su interior provoca pérdidas económicas directas a través del excremento sobre productos y materiales.
Además, las palomas picotean materiales deleznables (revocos de fachadas, cementos de tejados, etc) para cubrir los aportes de minerales de los que son deficitarios en su dieta alimentaria y que, a su vez, sirven para moler los alimentos en su molleja.
Una de las peores consecuencias de la actividad de las aves sobre los edificios deriva del progresivo cúmulo de excrementos en canalones y desagües que termina por provocar su taponamiento con la consiguiente aparición de humedades y goteras.
Las estructuras de madera también pueden verse afectadas debido al desarrollo de flora fúngica y plagas entomológicas (xilófagos) que tienen su origen en sus nidos y excrementos.