Réquiem por tierra de campos
Las poblaciones vallisoletanas de la comarca de Tierra de Campos han irrumpido con fuerza en la agenda de los medios de comunicación regionales con motivo de la plaga de topillos que padecen desde hace algún tiempo. Pero detrás de este serio problema coyuntural, subyacen otros muchos de carácter estructural que amenazan de forma directa y general -no sólo la agricultura- la pervivencia de la propia zona "tierracampina" y de todo lo que representa. Los datos censales y los estudios publicados sobre este territorio así lo demuestran.
Desde un punto de vista demográfico, Tierra de Campos corre el peligro de desaparecer debido a que año tras año sufre importantes mermas en sus padrones. De hecho, los censos arrojan cifras cada vez más preocupantes por la continua tendencia a la baja, a la vez que políticos y administraciones locales se empeñan en crear comisiones para investigar los motivos que originan esta continua despoblación y en establecer planes para poner freno a la misma. La solución, resulta evidente: “que sean capaces de generar empleo para fijar la población y mantener a los pocos jóvenes que quedan en el medio rural”,
Si se atiende a factores históricos, se puede observar que las estructuras demográficas actuales constituyen la herencia de diversos factores socio-económicos procedentes de tiempos pretéritos a los que nadie ha sabido –o ha querido, según varias organizaciones pro Tierra de Campos- poner freno. Uno de esos acontecimientos que han marcado la configuración actual de estas zonas, se remonta a 1921: la crisis triguera sufrida en ese año. Este trance provocó una grave desarticulación agraria y una disminución activa, que desembocó en la primera emigración colectiva. La aparición posterior de voraces plagas, motivó la desaparición del cultivo de trigo y viñedo en la zona y la mecanización de la mano de obra. Al mismo tiempo, esta situación suscitó un éxodo de la juventud del momento, inquieta ante el oscuro horizonte de estancamiento y miseria que se presentaba, hacia las ciudades. Otra gran consecuencia de este suceso, que sigue preocupando hoy, fue el envejecimiento de su población.
La situación actual no resulta mucho más halagüeña. Los pueblos como Villacreces, ya sin vida, y otros muchos cuyas ruinas jalonan el paisaje de esta comarca, observan impertérritos como los ladrones saquean y rapiñan en iglesias, ermitas o casas antiguas, de las que incluso arrancan puertas, ventanas, rejas, herrajes, embocaduras de llave, etc...; en definitiva, filigranas forjadas por el herrero en la fragua del pueblo a golpe de martillo. Con estas condiciones, los habitantes de estas comarcas se sienten desprotegidos y se plantean seriamente residir en estas circunstancias.
Por lo visto hasta ahora, los problemas coyunturales que sufre la Tierra de Campos presentan una difícil solución. Aunque los problemas pueden agravarse aún más si las diferentes Administraciones deciden continuar con el proyecto de trasladar la futura autovía Palencia-Benavente, o autopista de la Tierra de Campos, del trazado previsto inicialmente para llevarla junto a los Torozos. Si este plan sigue su curso, se puede privar a la zona de las infraestructuras necesarias para su desarrollo.
La conclusión final, es que esta región agoniza de forma lenta, diez siglos después de la repoblación realizada por algunos de los linajes más notorios de Castilla (los Ansúrez, los Alfonso, los Banu-Gómez, los Téllez, los Lara, los Girón, los Castro, los Ponce, los Pimenteles, Enríquez, Velascos, Quijadas, etc…). Como ya dijera un conocido vate en estos lugares: “ (…) Tierra de Campos comarca abrumada por el peso de su propia historia, ayer altiva, altanera, floreciente y orgullosa de su rancio abolengo, hoy humillada y marginada se muere sin remedio. Tierra de Campos, tierra sedienta y `quemada´”.
Las poblaciones vallisoletanas de la comarca de Tierra de Campos han irrumpido con fuerza en la agenda de los medios de comunicación regionales con motivo de la plaga de topillos que padecen desde hace algún tiempo. Pero detrás de este serio problema coyuntural, subyacen otros muchos de carácter estructural que amenazan de forma directa y general -no sólo la agricultura- la pervivencia de la propia zona "tierracampina" y de todo lo que representa. Los datos censales y los estudios publicados sobre este territorio así lo demuestran.
Desde un punto de vista demográfico, Tierra de Campos corre el peligro de desaparecer debido a que año tras año sufre importantes mermas en sus padrones. De hecho, los censos arrojan cifras cada vez más preocupantes por la continua tendencia a la baja, a la vez que políticos y administraciones locales se empeñan en crear comisiones para investigar los motivos que originan esta continua despoblación y en establecer planes para poner freno a la misma. La solución, resulta evidente: “que sean capaces de generar empleo para fijar la población y mantener a los pocos jóvenes que quedan en el medio rural”,
Si se atiende a factores históricos, se puede observar que las estructuras demográficas actuales constituyen la herencia de diversos factores socio-económicos procedentes de tiempos pretéritos a los que nadie ha sabido –o ha querido, según varias organizaciones pro Tierra de Campos- poner freno. Uno de esos acontecimientos que han marcado la configuración actual de estas zonas, se remonta a 1921: la crisis triguera sufrida en ese año. Este trance provocó una grave desarticulación agraria y una disminución activa, que desembocó en la primera emigración colectiva. La aparición posterior de voraces plagas, motivó la desaparición del cultivo de trigo y viñedo en la zona y la mecanización de la mano de obra. Al mismo tiempo, esta situación suscitó un éxodo de la juventud del momento, inquieta ante el oscuro horizonte de estancamiento y miseria que se presentaba, hacia las ciudades. Otra gran consecuencia de este suceso, que sigue preocupando hoy, fue el envejecimiento de su población.
La situación actual no resulta mucho más halagüeña. Los pueblos como Villacreces, ya sin vida, y otros muchos cuyas ruinas jalonan el paisaje de esta comarca, observan impertérritos como los ladrones saquean y rapiñan en iglesias, ermitas o casas antiguas, de las que incluso arrancan puertas, ventanas, rejas, herrajes, embocaduras de llave, etc...; en definitiva, filigranas forjadas por el herrero en la fragua del pueblo a golpe de martillo. Con estas condiciones, los habitantes de estas comarcas se sienten desprotegidos y se plantean seriamente residir en estas circunstancias.
Por lo visto hasta ahora, los problemas coyunturales que sufre la Tierra de Campos presentan una difícil solución. Aunque los problemas pueden agravarse aún más si las diferentes Administraciones deciden continuar con el proyecto de trasladar la futura autovía Palencia-Benavente, o autopista de la Tierra de Campos, del trazado previsto inicialmente para llevarla junto a los Torozos. Si este plan sigue su curso, se puede privar a la zona de las infraestructuras necesarias para su desarrollo.
La conclusión final, es que esta región agoniza de forma lenta, diez siglos después de la repoblación realizada por algunos de los linajes más notorios de Castilla (los Ansúrez, los Alfonso, los Banu-Gómez, los Téllez, los Lara, los Girón, los Castro, los Ponce, los Pimenteles, Enríquez, Velascos, Quijadas, etc…). Como ya dijera un conocido vate en estos lugares: “ (…) Tierra de Campos comarca abrumada por el peso de su propia historia, ayer altiva, altanera, floreciente y orgullosa de su rancio abolengo, hoy humillada y marginada se muere sin remedio. Tierra de Campos, tierra sedienta y `quemada´”.