LA PRIMAVERA TAMBIÉN LLEGA A TIERRA DE CAMPOS
La primavera también llega a Tierra de Campos, eso no lo pueden evitar ni quitar, estaría bueno. Ya nos han quitado demasiadas cosas, pero contra la Madre Naturaleza no pueden. Me presento en mi tierra en un santiamén
desde donde contemplo el inico de la primavera una vez más.
Corro con la esperanza de poder encontrar todavía a alguien en el pueblo que quiera darse una vuelta conmigo por el campo para poder contemplar el espectáculo que esta estación es capaz de hacer en nuestros campos. Si es que ya no parecemos un desierto.
No me importa tener que sesempolvar mi casa con tal de que al abrir las ventanas me entre ese aroma perfumado del campo que tantos recuerdos me traen de mi niñez. Aromas perfumados de los cientos de flores de diferentes formas y aspectos desprenden de forma gratuita para quien quiera apreciarlo.
Por la mañana con el canto madrugador de los pájaros como fondo; salgo al campo dejando el pueblo tras de mí, silencios y quieto, en tanto yo, con todo el horizonte frente a mí, me voy adentrando más y más en la naturaleza, entre el jolgorio de los pájaros del lugar y la más absoluta soledad de los alrededores.
Al contemplar aquellos inmensos campos que me rodean, me vienen algunos pensamientos que tienen que ver con el tiempo pasado cuando estas tierras de labor aparecían día si y día también frecuentada por fornidos labradores de tomo y lomo, dedicados a las faenas del campo de sol a sol, tras el arado tirado por un par de mulas. Y si era verano prácticamente todos el día. De la era al campo y del campo a la era, sin apenas descanso. Y así día tras día.
Es difícil que nuestras mentes de hoy en día puedan regresar a aquellos momentos, porque nos parecen increibles de sobrellevar. Tan sólo los que hemos vivido en el lugar lo podremos comprender. Aunque nos costaría volver a aceptarlo si tuviéramos que volver.
Pero como las cosas no cambien de una manera brutal y eso no tiene visos de llevarse a cabo, tendremos que seguir asistiendo durante los próximos años a la constante desmembración de los pueblos. Esa como un marcha hacía delante sin visos de retorno posible a pesar de que la primavera por estas tierra ofrezca un alito de esperanza, tras poner en efervescencia cada planta, cada hierba, cada pequeño animal de la naturaleza, cada soplo de vida en definitiva día tras día.
La primavera también llega a Tierra de Campos, eso no lo pueden evitar ni quitar, estaría bueno. Ya nos han quitado demasiadas cosas, pero contra la Madre Naturaleza no pueden. Me presento en mi tierra en un santiamén
desde donde contemplo el inico de la primavera una vez más.
Corro con la esperanza de poder encontrar todavía a alguien en el pueblo que quiera darse una vuelta conmigo por el campo para poder contemplar el espectáculo que esta estación es capaz de hacer en nuestros campos. Si es que ya no parecemos un desierto.
No me importa tener que sesempolvar mi casa con tal de que al abrir las ventanas me entre ese aroma perfumado del campo que tantos recuerdos me traen de mi niñez. Aromas perfumados de los cientos de flores de diferentes formas y aspectos desprenden de forma gratuita para quien quiera apreciarlo.
Por la mañana con el canto madrugador de los pájaros como fondo; salgo al campo dejando el pueblo tras de mí, silencios y quieto, en tanto yo, con todo el horizonte frente a mí, me voy adentrando más y más en la naturaleza, entre el jolgorio de los pájaros del lugar y la más absoluta soledad de los alrededores.
Al contemplar aquellos inmensos campos que me rodean, me vienen algunos pensamientos que tienen que ver con el tiempo pasado cuando estas tierras de labor aparecían día si y día también frecuentada por fornidos labradores de tomo y lomo, dedicados a las faenas del campo de sol a sol, tras el arado tirado por un par de mulas. Y si era verano prácticamente todos el día. De la era al campo y del campo a la era, sin apenas descanso. Y así día tras día.
Es difícil que nuestras mentes de hoy en día puedan regresar a aquellos momentos, porque nos parecen increibles de sobrellevar. Tan sólo los que hemos vivido en el lugar lo podremos comprender. Aunque nos costaría volver a aceptarlo si tuviéramos que volver.
Pero como las cosas no cambien de una manera brutal y eso no tiene visos de llevarse a cabo, tendremos que seguir asistiendo durante los próximos años a la constante desmembración de los pueblos. Esa como un marcha hacía delante sin visos de retorno posible a pesar de que la primavera por estas tierra ofrezca un alito de esperanza, tras poner en efervescencia cada planta, cada hierba, cada pequeño animal de la naturaleza, cada soplo de vida en definitiva día tras día.