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CUENCA DE CAMPOS: SE, COMO UN MUERTO...

SE, COMO UN MUERTO

Era un venerable maestro. En sus ojos había un reconfortante destello de paz permanente. Sólo tenía un discípulo, al que paulatinamente iba immpartiendo la enseñanza mística. El cielo se había teñido de una hermosa tonalidad naranja-oro, cuando el maestro se dirigió al discípulo y le ordenó.

-Querido mío, mi muy querido, acercate al cementerio y, una vez allí, con toda la fuerza de tus pulmones, comienza a gritar toda clase de halagos a los muertos.

El discípulo caminó hasta un cementerio cercano. El silencio era sobrecogedor. Quebró la apacible atmósfera del lugar gritando toda clase de elogios a los muertos. Despues regresó junto a su maestro.

-Nada dijeron.

En ese caso mi muy querido amigo, vuelve al cementerio y lanza toda suerte de insultos a los muertos.

El discípulo regresó hasta el silente cementerio. A pleno pulmón comenzó a soltar toda clase de improperios contra los muertos. Después de unos minutos, volvió junto al maestro, que le preguntó al instante.

- ¿Qué te han respondido los muertos?.

-De nuevo nada dijeron-repuso el discípulo.

Y el maestro concluyó.

Así debes ser tú: indiferente, como un muerto, a los halagos y a los insultos de los otros.

*El maestro dice: Quien hoy te halaga, mañana te puede insultar, y quien hoy te insulta, mañana te puede halagar. No seas como una hoja a merced del viento de los halagos e insultos. Permanece en tí mismo más allá de unos y de otros.

J. R