Érase una viejecita
sin nadita que comer,
sino carnes, frutas, dulces,
tortas, huevos, pan y pez.
Bebía caldo, chocolate,
leche, vino, té y café,
y la pobre no encontraba
qué comer ni qué beber.
Y esta vieja no tenía
ni un ranchito en que vivir,
fuera de una casa grande
con su huerto y su jardín.
Y esta pobre viejecita
no tenía qué vestir,
sino trajes de mil cortes
y de telas, mil y mil.
Y a no ser por sus zapatos,
chanclos, botas y escarpín,
descalcita por el suelo
anduviera la infeliz.
R. P.
sin nadita que comer,
sino carnes, frutas, dulces,
tortas, huevos, pan y pez.
Bebía caldo, chocolate,
leche, vino, té y café,
y la pobre no encontraba
qué comer ni qué beber.
Y esta vieja no tenía
ni un ranchito en que vivir,
fuera de una casa grande
con su huerto y su jardín.
Y esta pobre viejecita
no tenía qué vestir,
sino trajes de mil cortes
y de telas, mil y mil.
Y a no ser por sus zapatos,
chanclos, botas y escarpín,
descalcita por el suelo
anduviera la infeliz.
R. P.