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CUENCA DE CAMPOS: ¡Efectivamente Contreras! ...

¡Efectivamente Contreras!
El personaje a quien he robado el nombre es el protagonista de Manalive, la que es probablemente la mejor novela de Chesterton. Veo que coincidimos en gustos literarios, así que será un placer compartir nuestras impresiones sobre este gran escritor con nuestros amigos del foro.

Creo que Chesterton podría ser buen compañero de San Bernardino a la hora de apadrinar este pueblo, pues fue conocido como "el apóstol del sentido común", y por ello me atevería a proponerlo como patrón de la gente sencilla, portadora de este expecional sentido cada día más en desuso.

Por último querría hacer una comentario personal a cerca de tu escrito sobre Buda, pretendiendo dar simplemente mi visión personal del asunto, probablemente incompleta y parcial, pero con la sana intención de aportar algún matiz que creo no has considerado y que podría ser de interés.

Por lo que sé, la pretensión de Buda era eliminar el sufrimiento en la vida, y el único modo que encontró para llevar a cabo su tarea fue la eliminación del deseo. Para no sufrir, el hombre debería no desear. Eso, para mí, es como no vivir.
Tal y como veo yo el asunto, eliminar el deseo de la vida es eliminar lo más bello de la vida. Eliminar el corazón del hombre, eliminar sus exigencias más profundas de Verdad, Bien, Belleza, Justicia, Libertad... esas grandes palabaras que tan mal se utilizan en la actualidad.

Desde mi punto de vista, el sufrimiento es una parte esencial de la vida. En nuestros días la gente está obsesionada con huir del sufrimiento y encontrar la fórmula mágica de la felicidad, tal es la situación que los libros que más éxito tienen son los manuales de autoayuda. En esa huida que no lleva a ninguna parte, muchos jóvenes están cayendo en las drogas, para "anestesiarse" y huir de la realidad, y muchos adultos están cayendo en los fármacos y en las consultas del psicólogo. Es curioso que la sociedad más obsesionada con la felicidad sea la menos feliz.
Por todo esto, y por otros motivos, sospecho que no sólo no debemos intentar huir del sufrimiento aniquilando el deseo, como creo que pretendió Buda, sino que debemos de madurar en el sufrimiento y aprender a escuchar con atención los verdaderos deseos de nuestro corazón.

Supongo que habrá entre vosotros quienes piensen de un modo parecido al mío, pues lo que acabo de decir lo aprendí entre otros de la gente del pueblo, esa gente sencilla que tanto me enseñó.

Un fuerte abrazo para todos.