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La alegría que uno siente cuando le hablan de su pueblo.
Estos días de Semana Santa hemos estado en Montejo de la Vega de la Serrezuela; población de Segovia enclavada en la hoces del río Riaza.
En esta población, que linda con la provincia de Burgos, rodó innumerables capítulos del “Hombre y la Tierra” el malogrado Félix Rodríguez de la Fuente Q. E. D.
El motivo de habernos decidido a pasar unos días en la mencionada población, fue el reencuentro con unos amigos, que conocimos durante nuestra estancia en Barcelona, el es de Montejo y ella catalana, somos los padrinos de un hijo de suyo, el pequeño Darío.
Estando hablando con unos vecinos del pueblo, nos dijeron, que habían estado en Mayorga para visitar el museo del pan, que se había abierto recientemente.
A la vuelta, unos amigos suyos, les recomendaron comer en Cuenca de Campos, concretamente en la Ponderosa.
Comentaron que les habían tratado muy bien, con un menú muy rico y bien de precio, y habían estado en un mirador “El Conjuradero” donde se divisaba gran parte de la Tierra de Campos; el lugar les había gustado mucho.
Yo no pude contener ya más la emoción, ante los relatos de estas personas y les dije que estaban hablando de nuestro pueblo, de mi pueblo, era tanta la emoción que sentía, que casi no podía articular palabra, debido a las alabanzas que estaba escuchando.
Porque de verdad, se te vienen tantas cosas y tantos recuerdos a la cabeza, que casi le dejan a uno inmóvil, sobre todo si se escucha en un pueblo que no es el tuyo.
Saludos para todos
Estos días de Semana Santa hemos estado en Montejo de la Vega de la Serrezuela; población de Segovia enclavada en la hoces del río Riaza.
En esta población, que linda con la provincia de Burgos, rodó innumerables capítulos del “Hombre y la Tierra” el malogrado Félix Rodríguez de la Fuente Q. E. D.
El motivo de habernos decidido a pasar unos días en la mencionada población, fue el reencuentro con unos amigos, que conocimos durante nuestra estancia en Barcelona, el es de Montejo y ella catalana, somos los padrinos de un hijo de suyo, el pequeño Darío.
Estando hablando con unos vecinos del pueblo, nos dijeron, que habían estado en Mayorga para visitar el museo del pan, que se había abierto recientemente.
A la vuelta, unos amigos suyos, les recomendaron comer en Cuenca de Campos, concretamente en la Ponderosa.
Comentaron que les habían tratado muy bien, con un menú muy rico y bien de precio, y habían estado en un mirador “El Conjuradero” donde se divisaba gran parte de la Tierra de Campos; el lugar les había gustado mucho.
Yo no pude contener ya más la emoción, ante los relatos de estas personas y les dije que estaban hablando de nuestro pueblo, de mi pueblo, era tanta la emoción que sentía, que casi no podía articular palabra, debido a las alabanzas que estaba escuchando.
Porque de verdad, se te vienen tantas cosas y tantos recuerdos a la cabeza, que casi le dejan a uno inmóvil, sobre todo si se escucha en un pueblo que no es el tuyo.
Saludos para todos
