TAC, TAC, TAC....... ¿QUEDA ALGUIÉN AHI?
Esta podría ser las primeras palabras que nos vendrían a la boca al entrar en Tierra de Campos. Esa estampa de Castilla desertizada, con sus aldeas en ruinas y los últimos habitantes testigos de una cultura que irremisiblemente morirá con ellos puesto. ¿Por qué morirá con ellos?... pués simplemente porque no queda manos para tomar el relevo. Se trata de una situación difícilmente reversible, pero que debemos intentar que lo sea.
Un suelo pobre, como el nuestro, dependiente de un cielo veleidoso y poco complaciente, que se a unido a una política arbitraria que permite subir el precio del gasoil pero no de la cebada que unido a los cicateros y cortos de iniciativas de los más hacendados que prefieren invertir todo el beneficio del campo en la industria por más seguro y rentable. Esto ha dejado a Castilla sin hombres ni dinero, invertido en alimentar industrias ajenas al campo. Va a ser verdad el dicho ese de que: "Castilla hace sus hombres y los gasta". Aunque hoy no tendría sentido esa frase mejor sería esta otra: " Castilla hace sus hombres y los demás los desgastan".
La emigración, que en el siglo XX contabilizó la salida de tres millones y medio de castellanos de su tierra para ir a buscar un medio de supervivencia a otras latitudes, en su mayor parte jóvenes, el consecuente envejecimiento y despoblación de las áreas rurales son factores que han producido el desmantelamiento de las estructuras productivas agrarias y ganaderas así como el deterioro de las prestaciones sociales.
Pero la crisis del Medio Rural no tiene por qué ser irreversible. Las Administraciones públicas, unidas a la voluntad popular de los sectores sociales deben diseñar iniciativas que apuesten por el Medio Rural, aprovechando los recursos propios del campo castellano. Necesitamos nuevas políticas en el Medio Rural que incorporen sectores como el turismo rural, la explotación forestal compatible con el medio ambiente y la transformación agropecuaria. Sería necesario una nueva organización territorial que unifique, en la medida de lo posible, los mapas agropecuarios, industriales, educativos y sanitarios en una sola admnistración que supere la actual ineficacia de las Diputaciones Provinciales. La comercialización, como instrumento de dinamización del territorio rural castellano sería una herramienta poderosísima para articular alternativas económicas, para prestar unos servicios sociales y culturales de calidad, para ordenar ambientalmente el territorio y las infraestructuras y sobre todo, para generar la ilusión necesaria entre los habitantes del Medio Rural por cambiar el sentido de la tendencia regresiva que padecen nuestros pueblos.
Esta podría ser las primeras palabras que nos vendrían a la boca al entrar en Tierra de Campos. Esa estampa de Castilla desertizada, con sus aldeas en ruinas y los últimos habitantes testigos de una cultura que irremisiblemente morirá con ellos puesto. ¿Por qué morirá con ellos?... pués simplemente porque no queda manos para tomar el relevo. Se trata de una situación difícilmente reversible, pero que debemos intentar que lo sea.
Un suelo pobre, como el nuestro, dependiente de un cielo veleidoso y poco complaciente, que se a unido a una política arbitraria que permite subir el precio del gasoil pero no de la cebada que unido a los cicateros y cortos de iniciativas de los más hacendados que prefieren invertir todo el beneficio del campo en la industria por más seguro y rentable. Esto ha dejado a Castilla sin hombres ni dinero, invertido en alimentar industrias ajenas al campo. Va a ser verdad el dicho ese de que: "Castilla hace sus hombres y los gasta". Aunque hoy no tendría sentido esa frase mejor sería esta otra: " Castilla hace sus hombres y los demás los desgastan".
La emigración, que en el siglo XX contabilizó la salida de tres millones y medio de castellanos de su tierra para ir a buscar un medio de supervivencia a otras latitudes, en su mayor parte jóvenes, el consecuente envejecimiento y despoblación de las áreas rurales son factores que han producido el desmantelamiento de las estructuras productivas agrarias y ganaderas así como el deterioro de las prestaciones sociales.
Pero la crisis del Medio Rural no tiene por qué ser irreversible. Las Administraciones públicas, unidas a la voluntad popular de los sectores sociales deben diseñar iniciativas que apuesten por el Medio Rural, aprovechando los recursos propios del campo castellano. Necesitamos nuevas políticas en el Medio Rural que incorporen sectores como el turismo rural, la explotación forestal compatible con el medio ambiente y la transformación agropecuaria. Sería necesario una nueva organización territorial que unifique, en la medida de lo posible, los mapas agropecuarios, industriales, educativos y sanitarios en una sola admnistración que supere la actual ineficacia de las Diputaciones Provinciales. La comercialización, como instrumento de dinamización del territorio rural castellano sería una herramienta poderosísima para articular alternativas económicas, para prestar unos servicios sociales y culturales de calidad, para ordenar ambientalmente el territorio y las infraestructuras y sobre todo, para generar la ilusión necesaria entre los habitantes del Medio Rural por cambiar el sentido de la tendencia regresiva que padecen nuestros pueblos.