CUENCA DE CAMPOS: LA HUMILDE FLOR...

LA HUMILDE FLOR
Cuándo Dios creó el mundo, dió nombre, y color a todas las flores.
Y sucedió que una florecita pequeña, suplicó repetidamente con voz temblorosa ¡No me olvides! ¡No me olvides!
Como su voz era tan fina, Dios no la oía. Po fín, cuándo el Creador hubo terminado su tarea, pudo escuchar aquella vocecilla, y se volvió hacia la planta. Mas todos los nombres estaban ya dados. La plantita no cesaba de llorar, y el Señor la consoló así:
No tengo nombre para tí, pero te llamarás "Nomeolvides". Y por colores te daré el azul del cielo, y el rojo de la sangre: Consolarás a los vivos, y acompañarás a los muertos.
Así nació el "Nomeolvides, o mío-sota, pequeña florecilla de color azul, y rojo.