Cuentan de un sábio que un día, tan pobre y mísero estaba, que solo se sustentaba, de unas hierbas que cogía; ¿habrá otro, para sí, decía, más pobre, y triste que yo? y cuándo el rostro volvió, halló la respuesta viendo, que había otro sábio recogiendo, las hierbas que él arrojó.