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CUENCA DE CAMPOS: EL LIBRO DE LA VIDA...

EL LIBRO DE LA VIDA

A fuerza de rastrear por los arduos vericuetos de su organismo, el ser humano ha descubierto cuáles son sus poco duraderos materiales. Hemos hallado, husmeando en las íntimas bibliotecas de la sangre, el silencioso libro de la vida, pero aún no sabemos en qué idioma está escrito. El ADN está lleno de remotos virus supervivientes y contiene un 95 por ciento de lo que los científicos llaman? basura genética'. De menos nos hizo Dios. Creíamos poseer 100.000 genes y resulta que tenemos sólo 30.000. ¡Vaya disgusto que me acabo de llevar! Esa cantidad es sólo el doble del capital genético de una mosca y un tercio superior al de un gusano. Como para andar presumiendo.

Siempre que se produce un avance científico colosal se amplía el campo de lo desconocido. En el futuro, gracias a este avance, podrán curarse enfermedades que hoy por hoy son las últimas que podemos padecer, pero el enigma de la vida sigue intacto. Continuamos sin saber a dónde vamos, de dónde venimos y qué hay esta noche para cenar. De niños nos decían que el hombre es un animal racional, después nos dijeron que el hombre es un animal capaz de fabricar herramientas -incluso de fabricar herramientas que fabriquen otras, como los robots-, posteriormente alguien nos dijo que «el hombre es un animal inconsolable». En lo que a mí respecta, he llegado a pensar que el hombre es un animal crédulo. La prueba es que sigue confiando en los caldos concentrados, los discursos y los crecepelos.

Nos llevamos muy pocos unos con otros, al margen de las etnias, y eso es una buena noticia, para que ninguna raza saque pecho, ni saque los pies del plato, pero lo que mosquea especialmente es que sólo tengamos el doble de genes que la mosca del vinagre. Lo único que sabemos es que estamos hechos para poco tiempo y que nuestro material no parece reciclable. Nos diseñaron para una corta temporada y sin control de calidad. Y caemos como moscas.