"CUANDO LA LUNA, SEA AZUL"
De pequeño, mi madre, con esa sabiduría adquirida quién sabe de donde, cada vez que le hacía un imperioso reclamo, de esos que nos tienen acostumbrados los niños, ¿cuándo me compras, la bicicleta?, mamá.... ¿cuándo?, ¿y cuándo?, y ella, con su infinita paciéncia, me replicaba, cuándo la luna sea azúl..... y entre pedidos y réplicas pasaba el tiempo.
¡Cuándo la luna sea azúl!, cómo olvidarlo, si la inocéncia hacía que por las noches me pasare mirando el cielo.... esperando a que la luna fuese azúl.
Pero el tiempo avanzó inexorable, y el niño se fue haciendo hombre, y pasó la edad de la adolescéncia, y llegó a la maduraz, y poco a poco, aquella frase fue quedando en el olvido, ya que la famosa luna azúl núnca había llegado.
Luego las obligaciones, el trabajo, el matrimónio, poco a poco hicieron que dejara de mirar al cielo por las noches, ya que no veía nada nuevo, y mucho menos una luna azúl.
Pero, como siempre hay un pero, un día aquél niño se transformó en padre, y te aseguro que desde que llegaste tú, hijo mío, cada vez que levanto mi vista al cielo, me parece ver la luna de color azúl.
De pequeño, mi madre, con esa sabiduría adquirida quién sabe de donde, cada vez que le hacía un imperioso reclamo, de esos que nos tienen acostumbrados los niños, ¿cuándo me compras, la bicicleta?, mamá.... ¿cuándo?, ¿y cuándo?, y ella, con su infinita paciéncia, me replicaba, cuándo la luna sea azúl..... y entre pedidos y réplicas pasaba el tiempo.
¡Cuándo la luna sea azúl!, cómo olvidarlo, si la inocéncia hacía que por las noches me pasare mirando el cielo.... esperando a que la luna fuese azúl.
Pero el tiempo avanzó inexorable, y el niño se fue haciendo hombre, y pasó la edad de la adolescéncia, y llegó a la maduraz, y poco a poco, aquella frase fue quedando en el olvido, ya que la famosa luna azúl núnca había llegado.
Luego las obligaciones, el trabajo, el matrimónio, poco a poco hicieron que dejara de mirar al cielo por las noches, ya que no veía nada nuevo, y mucho menos una luna azúl.
Pero, como siempre hay un pero, un día aquél niño se transformó en padre, y te aseguro que desde que llegaste tú, hijo mío, cada vez que levanto mi vista al cielo, me parece ver la luna de color azúl.