HOMENAJE AL ADOBE
En Tierra de Campos las construcciones de adobe surgen por todas partes. Esta arquitectura tan genuinamente popular, es algo muy nuestro.
Estas líneas son un homenaje al buen hacer de todos esos maestros albañiles que carentes de materiales nobles, han sabido crear casas, pajares y todo lo que sea relacionado con las actividades agrícolas y pastoriles del mundo rural. Al carecer de rocas en esta tierra, lo máximo que hay son cantos rodados; el adobe se convirtió en la necesaria solución para las viviendas. Frágil y humilde pero con algunas cualidades que no se deben despreciar.
Esta tradición milenaria está hoy en día relegada al olvido por el empleo masivo de nuevos materiales de construcción. Sin embargo aún quedamos personas que pensamos en las ventajas que aporta la construcción con barro crudo y están dispuestos a utilizarlo para rehabilitar viviendas en los pueblos. Como aislante, tanto acústico como térmico, el barro no tiene competidos, como resistencia a la compresión es excelente y en cuanto a la economía que representa el usarlo es evidente, ya que te lo fabricas tu solo. Además estarás usando un material de la zona con lo cual no entrarás en los procesos contaminantes de produción y transportes de los materiales de construcción. Es por tanto un material ecológico cien por cien.
La fabricación con adobes no requiere una destreza especial, ni una herramienta difícil de conseguir. Solamente hace falta la tierra, paja, agua y un molde. Bueno hace falta también muchas ganas de mancharse de barro. La tierra ha de ser arcillosa, fuerte. Se puede obtener de los bordes de las regueras o incluso de los márgenes de los río. La paja procedía del trillado de los cereales recolectados en los meses calurosos del verano y debe ser lo más corta posible, hoy día es difícil de conseguir. El agua debe encontrarse cerca porque se usa abundantemente. Y po último la adobera, fabricada con madera ha de medir aproximadamente 27 x 12 x 19 cm; aunque podría variar algo d un sitio a otro.
En la actualidad, aunque se haya perdido en las construcciones autóctonas, se está revalorizando por arquitectos y estudiosos de la arquitectura culta, que ven en él una solución económica, a la vez que con muchas posibilidades para la construcción de todo tipos de edificios.
Desde el punto de vista etnográfico, conviene señalar que, aunque las medidas y tipos de tierra que se emplean sean diferentes en cada pueblo, el sistema de fabricación es el mismo: conseguida la tierra, se criba perfectamente para limpiar las asperezas (palos, raices, piedras...) se amontona y se mezcla con paja, se añade agua al tiempo que se pisa para facilitar que aún los pequeños "tabones" se empapen bien. Una vez hecha la pila de barro, se vuelca en los moldes rectangulares de madera. El barro se aprieta bien con las manos, retirándose lo sabrante al pasar el rasero por encima, que consigue dar una superficie lisa a la pieza. Para que el barro no se pegue al molde y salgan bien, se moja el mismo con agua o se mancha con arena o ceniza. Los adobes una vez hechos, se dejan secar al sol dándoles vueltas de vez en cuando, y colocándolos de uno o otro costado, para que el sol y el aire los seque bien por todas las parttes.
El adobe tiene la ventaja sobre el tapial que, al ser más manejable, se puede manipular cómodamente en las construcciones de altura, es más fácil su utilización en el relleno de los entramados, y único para la fabricación de arcos, bóvedas, cúpulas, falsas cúpulas, etc.......
Más o menos esta es la historia de los adobes, material por excelencia durante muchas generaciones en nuestra Tierra de Campos. Este es un pequeño homenaje que le podemos dar.
En Tierra de Campos las construcciones de adobe surgen por todas partes. Esta arquitectura tan genuinamente popular, es algo muy nuestro.
Estas líneas son un homenaje al buen hacer de todos esos maestros albañiles que carentes de materiales nobles, han sabido crear casas, pajares y todo lo que sea relacionado con las actividades agrícolas y pastoriles del mundo rural. Al carecer de rocas en esta tierra, lo máximo que hay son cantos rodados; el adobe se convirtió en la necesaria solución para las viviendas. Frágil y humilde pero con algunas cualidades que no se deben despreciar.
Esta tradición milenaria está hoy en día relegada al olvido por el empleo masivo de nuevos materiales de construcción. Sin embargo aún quedamos personas que pensamos en las ventajas que aporta la construcción con barro crudo y están dispuestos a utilizarlo para rehabilitar viviendas en los pueblos. Como aislante, tanto acústico como térmico, el barro no tiene competidos, como resistencia a la compresión es excelente y en cuanto a la economía que representa el usarlo es evidente, ya que te lo fabricas tu solo. Además estarás usando un material de la zona con lo cual no entrarás en los procesos contaminantes de produción y transportes de los materiales de construcción. Es por tanto un material ecológico cien por cien.
La fabricación con adobes no requiere una destreza especial, ni una herramienta difícil de conseguir. Solamente hace falta la tierra, paja, agua y un molde. Bueno hace falta también muchas ganas de mancharse de barro. La tierra ha de ser arcillosa, fuerte. Se puede obtener de los bordes de las regueras o incluso de los márgenes de los río. La paja procedía del trillado de los cereales recolectados en los meses calurosos del verano y debe ser lo más corta posible, hoy día es difícil de conseguir. El agua debe encontrarse cerca porque se usa abundantemente. Y po último la adobera, fabricada con madera ha de medir aproximadamente 27 x 12 x 19 cm; aunque podría variar algo d un sitio a otro.
En la actualidad, aunque se haya perdido en las construcciones autóctonas, se está revalorizando por arquitectos y estudiosos de la arquitectura culta, que ven en él una solución económica, a la vez que con muchas posibilidades para la construcción de todo tipos de edificios.
Desde el punto de vista etnográfico, conviene señalar que, aunque las medidas y tipos de tierra que se emplean sean diferentes en cada pueblo, el sistema de fabricación es el mismo: conseguida la tierra, se criba perfectamente para limpiar las asperezas (palos, raices, piedras...) se amontona y se mezcla con paja, se añade agua al tiempo que se pisa para facilitar que aún los pequeños "tabones" se empapen bien. Una vez hecha la pila de barro, se vuelca en los moldes rectangulares de madera. El barro se aprieta bien con las manos, retirándose lo sabrante al pasar el rasero por encima, que consigue dar una superficie lisa a la pieza. Para que el barro no se pegue al molde y salgan bien, se moja el mismo con agua o se mancha con arena o ceniza. Los adobes una vez hechos, se dejan secar al sol dándoles vueltas de vez en cuando, y colocándolos de uno o otro costado, para que el sol y el aire los seque bien por todas las parttes.
El adobe tiene la ventaja sobre el tapial que, al ser más manejable, se puede manipular cómodamente en las construcciones de altura, es más fácil su utilización en el relleno de los entramados, y único para la fabricación de arcos, bóvedas, cúpulas, falsas cúpulas, etc.......
Más o menos esta es la historia de los adobes, material por excelencia durante muchas generaciones en nuestra Tierra de Campos. Este es un pequeño homenaje que le podemos dar.