Cuántos recuerdos nos traen esas eras en las que los mayores nos engañaban a los peques con la famosa piedra de afilar los trillos; aunque a veces se pasaban, como te vieran que estabas más fuerte que otros muchachos, te hacían de que hicieras mas recorrido, y con más peso, pues algunas veces metían hasta tres, o cuatro adobes; claro que los engañados éramos más adobes aún que los de verdad; lo que hace la ignoráncia.