"RUTAS COMERCIALES"
´
Qué distinta, Galícia
tus caminos van lejos.
Me guía por la noche
peregrino sendero.
Camino de Santiago
en los arcos del cielo.
Dicen La Vía Láctea
astrónomo y arriero.
Hoy se abrirá la muralla
para la Puerta de San Pedro.
Escuchemos los chirridos,
sus goznes girando lentos.
Todavía se resiste
en el cielo algún lucero
y Cuenca camina al Norte
sobre sus llantas de acero.
Deleite causaba el ver
ese entoldado hormiguero
cargado de cereales
que esperan en aquél reino.
Garbo el que llevan las mulas;
los carros, ¡qué canturreo!
Arre mulilla mohina,
aire, barquera, que tengo
una novia en Villariño
de pelo largo y moreno
y los ojos como el musgo,
de colores verdinegros.
A vuestro paso el camino
tiembla pero de contento.
Las esquilas desbordando
el son de sus tintineos.
Gente felíz va cantando
con sus reatas mi pueblo.
Son canciones marineras
de este mar de tierra y viento
que a su paso van dejando
y que estará todo quieto
hasta que vuelvan cargados
de ilusión los arrieros.
Galícia los recibía
con orvallos mañaneros
y al despedirse decía;
¡hasta lueguiño conqueiros!
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Qué distinta, Galícia
tus caminos van lejos.
Me guía por la noche
peregrino sendero.
Camino de Santiago
en los arcos del cielo.
Dicen La Vía Láctea
astrónomo y arriero.
Hoy se abrirá la muralla
para la Puerta de San Pedro.
Escuchemos los chirridos,
sus goznes girando lentos.
Todavía se resiste
en el cielo algún lucero
y Cuenca camina al Norte
sobre sus llantas de acero.
Deleite causaba el ver
ese entoldado hormiguero
cargado de cereales
que esperan en aquél reino.
Garbo el que llevan las mulas;
los carros, ¡qué canturreo!
Arre mulilla mohina,
aire, barquera, que tengo
una novia en Villariño
de pelo largo y moreno
y los ojos como el musgo,
de colores verdinegros.
A vuestro paso el camino
tiembla pero de contento.
Las esquilas desbordando
el son de sus tintineos.
Gente felíz va cantando
con sus reatas mi pueblo.
Son canciones marineras
de este mar de tierra y viento
que a su paso van dejando
y que estará todo quieto
hasta que vuelvan cargados
de ilusión los arrieros.
Galícia los recibía
con orvallos mañaneros
y al despedirse decía;
¡hasta lueguiño conqueiros!